Eran regalos de boda, algunos de ellos entregados en mano. No eran dádivas y ellos son «personas honradas». Es lo que manifestaron ayer Rosario Valcárcel Cruz (hija mayor del expresidente de la Región, Ramón Luis Valcárcel Siso) y su esposo, Fulgencio Perán. Ambos cónyuges declararon, en calidad de investigados, ante la juez del Novo Cartago, que trata de esclarecer si el dinero que este matrimonio recibió con motivo de su enlace está relacionado con una presunta corrupción urbanística.

Cogidos de la mano y sin hacer declaraciones a los periodistas. Así entraban poco después de las nueve de la mañana Valcárcel Cruz y Perán a la Ciudad de la Justicia de Murcia, ubicada en Ronda Sur. Llegaron juntos y en taxi. Saldrían por separado, horas después.

Primero lo haría ella, tras comparecer durante más de dos horas ante la titular del Juzgado número 2 de Murcia. Fuentes cercanas aseguraron que a la joven se le llegaron a saltar las lágrimas en la declaración, y dijo que estaba sufriendo desde que su nombre salía en los medios de comunicación vinculado al Novo Carthago.

La primogénita de Ramón Luis Valcárcel también fue preguntada por su contrato en un bufete sevillano -que está bajo sospecha-, y dijo que lo obtuvo gracias a una tía suya, no por influencia de su padre.

El juez Manuel Abadía ya resaltaba que en la investigación de las cuentas del marido de la hija de Valcárcel «había unas entradas reiteradas de ingresos en efectivo que no se ajustan a las fuentes de rentas reconocidas y declaradas».

La juez ha pedido los movimientos bancarios de la pareja. Quiere conocer los ingresos que recibió la hija de Valcárcel al casarse, ya que hay indicios de que el expresidente «pudo recibir emolumentos» de Hansa Urbana por esta vía, considera. Al ser preguntada ayer por este asunto, la primogénita de Valcárcel subrayó: «El tema de la boda lo llevaba mi marido», apuntaron desde la investigación. Añadió que el dinero -más de 120.000 euros «no identificados»- se lo habían ingresado «familiares y amigos». Buena parte de este efectivo, en billetes de 500 euros.

Valcárcel Cruz aseveró que ella no conocía a Rafael Galea -promotor de Novo Carthago-, sino a la esposa de este, y que fue esta señora quien le hizo el regalo de boda: un ingreso de 2.000 euros. La investigada dijo que, dado que la mujer de Galea y la esposa del expresidente habían sufrido la misma enfermedad, esto las había unido.

Cuando salió su mujer, el esposo de Rosario Valcárcel Cruz entonces se quedó dentro de la Ciudad, pues su declaración estaba fijada una hora después. El yerno del ahora eurodiputado salía cerca de las dos de la tarde, tranquilo y hasta sonriente por momentos. Apenas musitaba un «bien» ante la pregunta de cómo había ido la declaración. Después, silencio.

También comparecía ayer en la Ciudad de la Justicia Juan Francisco Cruz Alfaro, uno de los cuñados de Valcárcel (hermano de su esposa, Rosario Cruz). Cruz Alfaro llegaba al complejo judicial poco después de las once y media de la mañana. Lo hacía solo, aparentemente tranquilo y cubriendo sus ojos con unas gafas de sol.

En su declaración, contó que uno de los socios era amigo suyo y ha descartado, de este modo, un enriquecimiento a la familia.

Aunque la juez Miriam Marín considera que hay indicios de que Ramón Luis Valcárcel está detrás de la trama, el eurodiputado popular no puede ser llamado a declarar: el político está aforado.

Dada esta circunstancia, el Juzgado emitió una resolución en la que invitaba al presidente del PP en la Región a que declarase voluntariamente. Algo que, por el momento, no ha hecho.

Las declaraciones de Novo Carthago continuarán el próximo 11 de julio, fecha en la que están citados, también como investigados, dos socios de Cruz Alfaro en su empresa inmobiliaria. Se trata de Juan Sánchez Carrillo (hermano del que fuera concejal en Murcia con Miguel Ángel Cámara y padre de la actual edil Lola Sánchez, Antonio Sánchez Carrillo) y José Alberto Meroño García.