El expresidente de la Comunidad Autónoma Andrés Hernández Ros fue despedido ayer con una emotiva ceremonia, al son del Canto a la libertad, interpretado por su hermano José Antonio. El último adiós al que fue el primer presidente de la Comunidad Autónoma y secretario general del PSOE hizo rememorar a los asistentes las vivencias de la clandestinidad del líder socialista, las experiencias de la cárcel y los primeros años de la Transición, que Hernández Ros vivió intensamente junto a su esposa, Josefa Cebrián, con la que se casó en prisión.

El acto civil, celebrado en la iglesia desacralizada de San Juan de Dios, cedida por el Gobierno regional como capilla ardiente, lo abrió el jefe del Gobierno murciano, Pedro Antonio Sánchez, con la colocación de la bandera de la Región sobre el féretro con el cuerpo del artífice del Estatuto de Autonomía.

Veteranos dirigentes socialistas, antiguos empleados del PSRM y ex altos cargos de la etapa de Gobierno del PSOE, junto a actuales representantes socialistas en las instituciones públicas, acompañaron ayer a la familia de Hernández Ros en una iglesia que tendría que haber resultado pequeña para despedir al líder que recompuso la organización socialista en la Región a mediados de los 70, pero habría admitido una participación mucho más numerosa.

A la ceremonia asistieron los expresidentes que le sucedieron en el palacio de San Esteban, a excepción de Ramón Luis Valcárcel: los socialistas Carlos Collado y María Antonia Martínez y el popular Alberto Garre, además de Pedro Antonio Sánchez, que intervino en el acto, junto al secretario general del PSRM-PSOE, Rafael González Tovar, y los exconsejeros de Hernández Ros Pedro Guerrero y José Plana.

Entre los asistentes se encontraba igualmente la presidenta de la Asamblea Regional, Rosa Peñalver; el delegado del Gobierno, Antonio Sánchez-Solís; el alcalde de Murcia, José Ballesta; el de Caravaca, José Moreno; y el presidente de la Federación de Municipios de la Región, Joaquín Hernández, entre otros, además de los portavoces del PP y de Podemos en la Asamblea Regional, Víctor Martínez y Óscar Urralburu, respectivamente.

Tras ellos se sentaba Juan Manuel Cañizares ´Juma´, que fue secretario de Organización del PSOE, y exconsejeros de los gobiernos preautonómicos y de los Ejecutivos de la recién estrenada autonomía, como José Méndez, que después fue alcalde de Murcia, José María Casanova, Antonio García-Pagán y Antonio Conesa.

Entre los dirigentes históricos había antiguos representantes de otros partidos, como Enrique Egea, que era diputado de UCD por Murcia y dirigente del partido cuando Gobernaba Hernández Ros; y Pedro Antonio Ríos, exdirector general de Costas, que había sido concejal y diputado de IU.

Había también muchos exalcaldes, como José Antonio Gallego, de Lorca; Antonio García Arias, de Moratalla; o Jesús Navarro, de Calasparra. Entre los exregidores se encontraba además el independiente Bartolomé Bermejo, de Ojós.

También acudieron históricos del sindicalismo, como el exsecretario general de UGT Francisco Solano, el expresidente de la CROEM Tomás Zamora y el exsecretario general, Clemente García.

El exconsejero de Cultura Pedro Guerrero, que ofició la ceremonia a la vez institucional y familiar, recordó que Hernández Ros ganó el liderazgo socialista gracias a los miles kilómetros recorridos 1974 y 1984, que le permitieron elevar la militancia de 3.000 a 14.000 afiliados.

Por su parte, el exconsejero de Presidencia José Plana dijo que con su empeño por la integración de los socialistas históricos, los antiguos republicanos y los movimientos católicos «reorganizó el partido después de la Guerra Civil».

González Tovar destacó «los deseos de cambio» que movieron a Hernández Ros «en una sociedad invadida por la dictadura» y el interés del expresidente «por el trasvase Tajo-Segura y el Mar Menor, que otros han dejado morir».

La crítica del dirigente socialista fue acogida con comentarios de desaprobación susurrados en voz baja por algunos de sus correligionarios, que no la veían oportuna en aquel momento.

Pedro Antonio Sánchez, que definió al expresidente como «un incansable soñador» y «algo quijote», según le han contado personas que lo conocieron bien, lamentó «no haber tenido la oportunidad de mantener una conversación profunda con él» y de conocerlo bien.

El acto terminó con una interpretación del Canto a la libertad interpretada por José Antonio Hernández Ros, mientras que los sobrinos del fallecido tocaron una marcha fúnebre de despedida. El féretro con los restos del expresidente salió de la iglesia de San Juan de Dios entre aplausos de sus compañeros y de los representantes de las instituciones que lo acompañaron.

Su sucesor, Carlos Collado, lamentó perder «a un compañero» al que le han unido «los avatares de la vida» y la cara «más ingrata, dura y desagradable muchas veces» de la política. José Méndez apuntó que Hernández Ros debió haber sido presidente de «una comunidad más grande y con más recursos que Murcia». El exsenador Ramón Ortiz manifestó su deseo de que con el tiempo «se le haga justicia».

Por su parte, el portavoz de Podemos recordó que Hernández Ros vivió «un tránsito entre la actividad sindical y la política» que le es familiar. El expresidente Alberto Garre destacó que el Estatuto de Autonomía en vigor lleva la firma del expresidente.