«Los asesinos entraron por una portezuela trasera del chalé y sorprendieron a Miguel Almagro en el salón. Los asesinos le dispararon un primer tiro a corta distancia que probablemente no bastó para acabar con su vida. Quizás por esta razón los autores del doble crimen necesitaron de una segunda detonación, que fue definitiva para rematar a Miguel. El tiempo que transcurrió entre ambos disparos no se puede precisar, pero pudieron ser sólo segundos. El paso siguiente fue asesinar a su compañera sentimental, María Francisca, de 30 años de edad, que descansaba en la habitación de la planta superior de la casa. A ella la mataron de un solo disparo. Probablemente, los asesinos no tenían nada contra ella, pero no quisieron dejar testigos. Después subieron al Mercedes de la pareja, que estaba aparcado en el jardín, y llegaron hasta Cartagena, donde lo abandonaron finalmente».

Lo publicaba de este modo LA OPINIÓN allá por septiembre de 1998, cuando se hacía público el resultado de las autopsias de los cuerpos de Miguel y Mª Francisca, acribillados a tiros en agosto del mismo año en su chalé de Campo Abajo, en el municipio de Las Torres de Cotillas. Desde un primer momento, los investigadores se percataron de que algo olía mal. Olía, concretamente, a marihuana: la de la plantación que la pareja tenía en su casa. La hipótesis de que el narcotráfico podía estar detrás de este crimen empezó a cobrar fuerza, ya desde el primer momento. De hecho, en la casa que fue escenario del suceso se encontraron nada menos que 50 kilos de marihuana y de cocaína.

Avanzada descomposición

Miguel y María Francisca llevaban al menos una semana muertos cuando encontró los cadáveres un sobrino de él. Debido al avanzado estado de descomposición de los cuerpos, las autopsias se prolongaron durante días.

Entonces no sabían aún los encargados del caso si se enfrentaban a uno o a varios tiradores. Aún no estaba claro si solamente una persona fue la que disparó en el pecho a Miguel y después lo remató de un segundo tiro en la cabeza, tras lo que subió al cuarto donde descansaba María Francisca y le pegó un tiro en la frente. Tuvieron que pasar años hasta el arresto y posterior condena del responsable de aquel horror criminal.

Días después del hallazgo de los cuerpos, las familias de Miguel y María Francisca daban el último adiós a sus seres queridos en el cementerio de Las Torres de Cotillas. Primero recibió sepultura el cuerpo del hombre. Una media hora después, era enterrada su novia. Alrededor de las exequias, escenas de dolor e incredulidad que incluyeron desmayos. Aún faltaban años para la resolución del crimen.