Los problemas medioambientales del Mar Menor tienen diversas fuentes, y una de ellas es el 'aterramiento' que sufre la laguna salada cada vez que se producen lluvias torrenciales y escorrentías en la comarca de Cartagena.

«Este es un problema muy serio que no parece tenerse mucho en cuenta», explicó la profesora de Edafología de la Universidad de Murcia, María José Martínez Sánchez, quien lleva años estudiando los suelos y el entorno del Mar Menor. La Edafología estudia la composición y naturaleza del suelo en su relación con las plantas y el entorno que le rodea.

La profesora, que fue secretaria de Agua y Medio Ambiente de la consejería de Agricultura del 2000 al 2003, apuntó que en la situación de degradación de la laguna «colaboran diversas actividades, como la agricultura, la ganadería, la depuración de las aguas y también los aportes de tierra».

Basándose en los estudios realizados por su esquipo, y que se recogieron en una tesis en el año 2009, «cuando hablamos de la contaminación por nitratos no se puede reducir sólo su procedencia a la agricultura, porque ya entonces vimos que tenía orígenes distintos», comentó.

Por eso, subrayó que antes de tomar una decisión sobre cómo atajar el problema de la contaminación del Mar Menor «hay que hacer un estudio serio y riguroso sobre las distintas fuentes contaminantes, es decir, hay que hacer un buen diagnóstico». En su opinión, en el mismo deben colaborar distintas disciplinas.

La profesora del departamento de Edafología de la UMU explicó que en los estudios que ella y su equipo habían venido realizando, «pero que hay que actualizar», habían constatado que la cantidad de aportes de nitratos a la laguna cambiaba con cada estación del año, «e incluso no eran los mismos durante los dos años que estuvimos recogiendo datos».

En su opinión, son los isótopos estables los que, al analizar el agua del mar, pueden dar una respuesta clara sobre el origen de la fuente contaminante: «Hemos comprobado que la relación isotópica es distinta si ésta procede de los fertilizantes, de los purines e incluso de las depuradoras».

Agua turbia

Una de las cuestiones que más llaman actualmente la atención de la situación del Mar Menor, porque se ve, es lo turbia que está el agua.

«Pero el que esté el agua turbia no es por culpa de los nitratos, que ni tienen color, ni sabor ni olor; sino que se debe al gran problema de aterramiento que tiene la laguna, que recibe aportes externos de tierra que por la falta de la dinámica de las grandes olas se quedan en el lugar como sedimentos», subrayó Martínez, añadiendo que al andar y pisar el fondo se notan los lodos. Paralelamente, a causa de estos lodos, las algas y plantas marinas no pueden crecer, ya que no tienen un terreno firme de arena sobre el que asentarse.

Para evitar estos aportes externos de tierra al Mar Menor, la edafóloga propone la plantación de setos entre los bancales cultivados tanto en el Campo de Cartagena como en las tierras altas, que retengan la tierra y controlen también la erosión. «Hay que ponerle coto».

Otro problema que sufre la laguna, recordó, es la eutrofización de la laguna -abundancia anormalmente alta de nutrientes- se traduce en un intenso crecimiento de algas y fitoplancton que consumen oxígeno de forma excesiva y pueden dejar sin posibilidad de supervivencia al resto de elementos del ecosistema.

Por último, la investigadora dejó claro que «lo importante en este tema no es hallar al culpable, sino encontrar definitivamente una solución».

El Mar Menor es una de las mayores lagunas hipersalinas litorales de Europa, con 135 kilómetros cuadrados. Posee diversas figuras de protección: Lugar de Importancia Comunitaria (LIC), Especial Protección de Aves (ZEPA), Zona Especialmente Protegida de Importancia para el Mediterráneo (ZEPIM), Humedal RAMSAR, y Espacio Natural Protegido.