El Colegio Oficial de Arquitectos de la Región acoge hoy, a las ocho de la tarde, la toma de posesión de su nueva junta de gobierno. En el acto, Rafael Pardo relevará en su cargo de decano a Antonio García Herrero. Pardo, que hace gala de tener ides con las que modernizar y hacer más cercano el colectivo que ahora encabezará, habló ayer con LA OPINIÓN en una entrevista telefónica.

Primero, enhorabuena por su nombramiento. Leo en su ideario que sostiene que su profesión siempre ha estado en crisis. ¿Por qué considera esto?

Es un poco el sentimiento que hemos tenido los arquitectos. Tengo 54 años, soy veterano, y cuando yo estudiaba ya decíamos que íbamos a salir en los años de la crisis de la construcción. Ya en los 70 y los 80 se hablaba de crisis. Los arquitectos vamos entrando y saliendo de la crisis. La compra que hace cualquier persona a lo largo de su vida es una casa, pero depende de muchos factores. Por eso sufrimos los vaivenes de la crisis mucho más que otras profesiones. Tenemos esa idea, la de un comportamiento cíclico.

También leo que apunta usted que los arquitectos pueden trabajar haciendo casas, pero también desarrollando cualquier cosa. ¿Qué quiere decir?

Ahora mismo en la Región somos ya más de mil arquitectos. Tenemos dos escuelas de Arquitectura: la de la UPCT y la de la UCAM. Y bastante próximas tenemos las escuelas de Alicante y de Valencia. La previsión de los próximos años es que se incorporen muchos arquitectos jóvenes a los mil que ya estamos trabajando, o intentando trabajar. Otros sectores, como el industrial y el turístico, parece que van saliendo de la crisis. Nosotros creo que vamos más lentos.

¿De ahí lo de reinventarse?

Hay muchos arquitectos que lo están pasando muy mal. Por supuesto, una crisis siempre supone un cambio. Las cosas nunca van a ser igual que antes. Estamos aprendiendo, a base de palos, muchas cosas. Ya se puede ejercer la profesión de formas más diversas que hace quince años. Cada vez son más los arquitectos que están trabajando en cosas que se podrían considerar ajenas. La formación del arquitecto es humanística y técnica, y cada vez más están trabajando en banca, en turismo, diseñando muebles, en el mundo virtual... Cada vez somos más arquitectos, y las ocupaciones son cada vez más amplias. No sólo estamos cerrados a hacer edificios.

¿Cree usted que la sociedad tiene una buena imagen de los arquitectos?

Eso habría que preguntárselo a la sociedad. Yo percibo que sí. Como profesión, tenemos un concepto ético muy profundo, y un nivel de comprensión ética muy importante.

Apuesta usted por potenciar la figura del precolegiado. ¿De qué manera, en concreto?

Los estudiantes de Arquitectura son los futuros arquitectos colegiados. Desde que tenemos dos escuelas en la Región, tenemos estudiantes de Arquitectura viviendo aquí, cosa que no pasaba antes. Hay que integrarlos. Si solicitan ser precolegiados, tienen derecho a acceder a la biblioteca del colegio, a realizar cursos... Se trata de crear ese vínculo con el colegio desde estudiantes.

Usted insiste en su ideario en que el colegio tiene que ser «la casa de todos». ¿Hoy no lo es?

Pretendemos que lo sea más. Quizás por la crisis hay cierto desánimo entre los arquitectos. Las dificultades económicas hace que se hagan menos cursos de formación o que se interesen menos por la actividad del colegio. Yo quiero que en el colegio se sientan todos cómodos, como en su casa. Antes el colegio era un lugar muy visitado por los colegiados. Ahora mismo, gran parte de los trámites se hacen por ordenador. Ya no vas al colegio a entregar un papel. Eso ha ocasionado que el Colegio de Arquitectos se vea muy vacío. Queremos que el colegiado tenga gana de ir al colegio.

¿Está la tecnología destrozando las relaciones humanas?

La tecnología cambia la forma de relacionarse de las personas. Antes los arquitectos nos veíamos las caras, hablábamos y nos conocíamos todos. Hoy en día, esa relación se ha roto. Hay grupos de WhatsApp, Facebook... existe otro tipo de relación.