­Sagrario tiene 25 años y lleva siendo vegana desde 2012. Se declara amante de la naturaleza y estudió Ciencias Ambientales en la UMU. Actualmente es monitora de ocio y tiempo libre, además de atender a niños con necesidades educativas especiales.

¿Qué le llevó a cambiar a la ética del veganismo?

Una charla, dos conversaciones y un documental (Earthlings) me hicieron darme cuenta de que tras mis actitudes había sentimientos y vidas. Aún encuentro en mi misma una hipocresía o actitudes que subsanar y que liberar. Puedo cambiarme a mí misma y al trozo de mundo que depende de mi acción y ejemplo, igual con él se crean muchos más ejemplos y vamos aprendiendo en común. Hay una frase muy bonita de Gandhi que dice: «Sé el cambio que quieres ver en el mundo».

¿Que le mueve por mantenerse en el camino vegano?

El respeto, la vida, el ecologismo, el bien común y la libertad. Son puntos muy fuertes y amplios, y muchos más que hay.

¿Merece la pena optar por este estilo de vida?

Más que valer la pena, vale la alegría. Ver en el resto de seres vivos su vitalidad, su propio interés y búsqueda de la supervivencia, es más que suficiente. Cuestión de calibrar. ¿Qué prefiero, disfrutar de un sabor en mi boca (solo por un gusto o placer) provocando una consecuencia que hace daño, o vivir con la conciencia tranquila viviendo de la manera más empática y respetuosa posible?