El recuento concedía ocho votos a favor de la popular Sonia Carrillo y diez para la socialista Esther Clavero. La abarrotada sala de Plenos de Molina de Segura encerraba un clima «de suspense» cuando se anunciaron los próximos votos, los cinco de Ciudadanos: los decisivos. Se escuchó 'Esther Clavero' ante la sorpresa de los presentes, y ella al fin se tranquilizó: «Estaba muy nerviosa ante la incertidumbre. A partir del décimo voto se largaron los nervios. Fue muy emocionante». Pero se serenó rápido para hacer frente a lo que se avecinaba: «Empieza el cambio».

Su profecía se había consumado: el pasado martes alcanzó una meta que siempre confió que se cumpliría. «Yo voy a ser alcaldesa de Molina de Segura», solía comentar con confianza desde hace años, como relataba este diario en 2013. «Cuando lucho por un proyecto, me entrego». Ese proyecto era la cuarta ciudad más poblada de la Región; desde 2007 perseguía ese objetivo como edil y desde 2012 lo hacía como líder del PSOE molinense, al relegar al histórico Antonio Gomariz. Después de 21 años de gobiernos populares, Esther Clavero (6-01-1978) lo ha logrado: una dirigente socialista ostenta la alcaldía de Molina de Segura.

Y eso que la nueva regidora de la vida de los molinenses apareció en Molina casi por azar: la primera vez que pisó la ciudad fue en 1998. Tenía 20 años, estudiaba Sociología en Granada y su entonces pareja había encontrado empleo en Molina; así que se mudó al barrio de Fátima y se matriculó en la Universidad de Alicante. Ahora, madre soltera de un bebé de 14 meses, Gonzalo, que nació también un 6 de enero y le ha acompañado en tres campañas electorales, reside en la urbanización de Los Conejos, donde -confiesa- entran y salen muchos amigos que le ayudan con el pequeño.

Y es que Clavero nació en un «entrañable pueblo» alicantino, Petrel. Creció en un hogar humilde, «pero lleno de felicidad», donde sonaba la melodía de la Transición con las voces de Ana Belén, Víctor Manuel y Sabina. Era «una deportista total» y una buena estudiante, que hasta el último día en el instituto dudó entre las ciencias y las letras, y donde ya se involucraba en movimientos sociales.

Sobre todo fue una niña que amaba los animales: recogía los perros y los gatos que encontraba en la calle para cuidarlos. Su devoción por ellos también se trasladó a la política. Por eso fue incapaz de mantener la disciplina del partido cuando el PSOE votó en la Asamblea Regional a favor de declarar la fiesta taurina como patrimonio cultural inmaterial de la humanidad. No se podía traicionar a sí misma.

Independiente desde los 18 años, costeó sus estudios sirviendo copas y trabajando en bares y lugares como McDonalds. Se aventuró primero con Matemáticas en Valencia, pero no terminó la carrera: descubrió que se sentía más viva en Sociología. Le fascinaba el comportamiento humano y la observación de la sociedad. Se graduó, emprendió una academia en Molina e hizo la especialización universitaria en la UMU, en igualdad de oportunidades.

Si los animales y la defensa de la naturaleza rigen sus convicciones, otro pilar de su credo es el feminismo, que ha ocupado casi todos sus esfuerzos . «Me encanta enseñarle a las mujeres que tenemos referentes, que parece que no tenemos un árbol genealógico». No en vano, Clavero formó parte desde joven en redes feministas de la Región.

Su primer paso en la política de partidos lo dio en 2007, cuando se embarcó como socióloga en la campaña del socialista Juan José García Escribano para las elecciones de Molina. Y «tras mucha reflexión» accedió a integrarse en la candidatura como independiente. Ahí despegó una trayectoria política que le condujo a repetir el sillón en 2011 y a obtener un escaño en la Asamblea Regional. «No podía ideológicamente situarme más que en la izquierda, me sentía muy cómoda».

Apasionada de las obras teatrales de Bertolt Brecht, reivindica que Molina cuenta con un talento artístico que nadie reconoce. «Como la titiritera Dori Cantero, que tiene una compañía de teatro que triunfa por el mundo». También es una lectora entusiasta de los discursos de la II República española y los debates parlamentarios. «No hemos cambiado en la forma de hacer las cosas».

Quienes la conocen comentan que es muy cercana con su gente, como revela su colega Andrés Martínez. «Siempre está muy pendiente de los vecinos, asegurándose de que se escuchan todas su peticiones». Su número de teléfono móvil continúa disponible para todos. Uno de los primeros en felicitarla fue Eduardo Contreras.

De carácter paciente y dialogante, aboga por el consenso, una máxima que necesitará aplicar si Molina quiere ser gobernable. «En política local es más fácil llegar a entendimientos, hay menos carga ideológica», sostiene, convencida de que terminará el mandato: «Los vecinos merecen estabilidad».

Sus tareas ya se han multiplicado esta semana: dirige un municipio que no tiene equipo de Gobierno y «cuya maquinaria no se puede detener». El poco tiempo que sobra se lo entrega a Gonzalo. Y cuando el pequeño duerme, reserva la noche para su tesis doctoral, que abarca la vida cotidiana del siglo XIX, revelada a través de las lecturas de Benito Pérez Galdós. «Estudio el clericalismo y el anticlericalismo de aquella época».

La política es la herramienta perfecta para transformar la sociedad, defiende. «Hay que demostrar que las cosas que hemos dicho se pueden hacer». Su turno comenzó el martes.