Los abrigos y cuevas con pinturas rupestres de la Región tienen la catalogación de Bien de Interés Cultural y están bajo el cargo de la Consejería de Cultura. Muchas de ellas han sido catalogadas como Patrimonio Mundial por la UNESCO y están dentro del Itinerario Cultural del Consejo de Europa.

Una figura clave para la difusión y la conservación de estas pinturas en la Región es Miguel San Nicolás del Toro, jefe de Servicio de Patrimonio Histórico y enlace directo con la UNESCO. Su trabajo ha sido clave para que las pinturas rupestres murcianas sean incluidas en los "Caminos de Arte Rupestre Prehistórico", que recorren varios países de Europa desde 2007.

¿Cuál es el objetivo principal de esta ruta de "Caminos de Arte Rupestre Prehistórico?

Con CARP se prentende crear un vínculo entre los sitios con Arte Rupestre de Europa inscritos como Patrimonio Mundial por la UNESCO. La idea principal es siempre la difusión y la atracción de turismo.

¿Cuál ha sido la actitud de la Región de Murcia para mantener y difundir estas pinturas?

Desde el principio la Región apostó muy fuerte para entrar en esta lista, porque era muy importante para el turismo. Hay que tener en cuenta que el Arte Rupestre atrae un turismo cultural muy especializado, con cierto poder adquisitivo, que deja importantes ingresos y escasa huella ecológica.

¿Cuáles son exactamente los puntos más importantes de la Región dentro de estos caminos?

En la Región de Murcia tenemos tres puntos con pinturas rupestres que son referentes mundiales. El conjunto del Monte Arabí en Yecla es uno, por la espectacular fauna representada y por el excelente trazado. La Cueva-Sima de la Serreta en Cieza es otro, y destaca por el gran trabajo que se ha realizado para acondicionarlo y hacerlo accesible al público. Y por último, el Abrigo del Pozo en Calasparra, que es un ejemplo de sostenibilidad e integración en un entorno inmejorable.

¿Cómo es la experiencia que busca el visitante al acudir a estos lugares?

Pues una experiencia inolvidable. Las visitas a las pinturas son muy emocionales y se prepara todo para que percibas todos los detalles, como los olores y los colores, y conseguir que la comprensión intelectual sea fácil. Cuando una persona visita una cueva o un abrigo con este arte, no se interpone nada entre el observador y la pintura, la experiencia es directa. Los visitantes salen diciendo: ¡Qué bien!