­Habían terminado los exámenes y por ello planearon un viaje a Budapest. Eliseo, Pablo y Luis, tres universitarios murcianos, tenían previsto disfrutar de seis días de merecidas vacaciones que comenzaron el pasado 17 de febrero, pero jamás pensaron que su viaje por la capital de Hungría se convertiría en una pesadilla de la que, afortunadamente, consiguieron despertar. En solo una noche, la primera en Budapest, estos estudiantes de Musicología en Granda (Eliseo), Económicas en la UMU (Luis) e Ingeniería de la Edificación en la UCAM (Pablo), vivieron el desamparo y la falta de ayuda de las autoridades húngaras, así como de la Embajada española, después de que uno de ellos fuera apaleado y estuviera a punto de morir en una comisaría, tal y como ahora ellos mismos denuncian desde Murcia.

Todo comenzó de camino al hostal, cuando les ofrecieron unos flyers en los que se ofertaban dos bebidas por el precio de una en un local de striptease. Los tres jóvenes, de entre 22 y 24 años, decidieron ir al bar y Eliseo optó por contratar un baile privado, el cual pagó previamente por una cantidad fijada, pero al finalizar dicho baile "el jefe del local, que a su vez era portero, me pidió tres veces más de lo que había pagado", asegura a esta Redacción el propio Eliseo.

En un principio se negó a pagar «esa cantidad desorbitada», pero, ante la actitud violenta del jefe del local, «que nos amenazó con golpearnos», finalmente pagó y los tres abandonaron el local. Según cuentan los chicos, Eliseo decidió volver para increparle y "dos de los porteros que estaban apoyados en la entrada le golpearon cruelmente". "Un puñetazo le abrió una brecha en la ceja y tumbó en el suelo donde recibió varias patadas en el estómago", añaden. Era la una de la madrugada y consiguieron llamar a emergencias internacional y esperar una ambulancia a unos 70 metros del local.

Una ambulancia se llevó a Eliseo y un coche de Policía trasladó a Pablo y a Luis a una comisaría. "No me acuerdo muy bien si me curaron la herida de la ceja en la propia ambulancia o en un ambulatorio, solo sé que no paraba de quejarme de un fuerte dolor en el estómago", relata Eliseo. Tras veinte minutos en la comisaría apareció Eliseo, quien "andaba con gran dificultad y los agentes le señalaron unos asientos, pero debido a su dolor se tumbó", recuerda Pablo, quien insiste en que los policías "nos prohibieron acercarnos a él, mientras no paraba de emitir fuertes quejidos de dolor". "Respiraba con gran dificultad y nos dijo que le dolía muchísimo el estómago", añade.

Pasaban los minutos, y Eliseo no dejó ni un segundo de quejarse, pero, según relatan los jóvenes, los policías "iban y venían por la sala o permanecían apoyados en la pared frente a Eliseo, charlando tranquilamente entre ellos e incluso riéndose cuando emitía algún quejido de dolor". "No entendíamos nada, nos ignoraban y no respondían a nuestras preguntas", destaca Pablo.

La situación de Eliseo era peor, de hecho llegó a escupir sangre, algo que preocupó a los murcianos. Para entonces ya había pasado varias horas, pero no les dejaban salir de la comisaría ni llamar a emergencias, según relatan los jóvenes. Consiguieron llamar al 112, pero la contestación fue: "que no podían hacer nada, que nuestro amigo debía de ser fuerte y aguantar", comenta Pablo, quien recuerda que cuando vio escupir sangre a Eliseo "se me ocurrió buscar en mi móvil mediante Internet el número de la Embajada".

"En la página web advertían que las llamadas a esas horas de la noche debían de ser de extrema necesidad. Llamé al número de emergencia de la Embajada y me contestó un señor que como única respuesta me dijo que eran los trámites habituales y que no podían hacer nada hasta las nueve u once de la mañana", añade.

Pasadas las siete de la mañana, Eliseo empezó a gritar ininterrumpidamente, pero lo policías seguían "impasibles frente a él hasta que, de repente, una agente llamó por teléfono y por arte de magia nos abrieron las puertas de la comisaría. No habíamos prestado declaración alguna, no entendemos el motivo de este ´secuestro´", explica el joven. En la puerta cogieron un taxi y fueron a un hospital.

"Dos horas más y hubiera muerto"

A Eliseo le hicieron una radiografía, una ecografía y una resonancia magnética en dónde se vio la gravedad del caso: Eliseo tenía una herida interna, perdía sangre y fluidos. De hecho, según cuenta Pablo, "el médico me advirtió que si hubiese pasado dos horas más sin recibir atención médica Eliseo hubiese muerto". Lo operaron de urgencia, "tuvieron que coserle una herida de unos 3-4 centímetros de diámetro en el colon".

El peligro había pasado y tras una semana ingresado en el hospital, Eliseo pudo regresar a Murcia acompañado de sus padres, quienes viajaron a la capital húngara. Eliseo está bien, en Murcia, pero asegura que aquella noche pasó mucho miedo y llegó a pensar que "mi madre tendría que llevar flores a Hungría".

Pero, si estos jóvenes no logran alcanzar entender por qué la Policía actuó así, tampoco entienden la actitud de la Embajada española. "Al día siguiente nos atendió el secretario del cónsul y nos dejó entrever que había sido culpa nuestra por acceder a dicho local, ya que el consulado advertía en su página web de posibles estafas similares". "Quizá cometimos el error de entrar", dice Eliseo, pero "nada tiene que ver con la ausencia de auxilio por parte del consulado, que solo se limitó a facilitarnos una lista de abogados, en vez de preocuparse por ayudar a un joven español estafado, apaleado por unos matones, retenido en comisaría toda una noche y herido de gravedad", mantiene Pablo.