El exgerente de la empresa Planeamiento 2000, encargada entonces del urbanismo marbellí, el cartagenero Juan Antonio Roca, declaró ayer en el juicio por el caso Goldfinger, que versa sobre la operación urbanística y financiera vinculada con la parcela en la que estaba el chalé del actor Sean Connery y su esposa, que no son juzgados, para la construcción de la promoción Malibú.

Roca explicó cómo se llevaron a cabo los convenios urbanísticos de 2002 y 2003 investigados en esta causa, que le llegaron por los representantes legales de los intereses en Marbella del matrimonio Connery. Dijo que supo por esos representantes legales, que están acusados, y por la prensa en entonces que Connery, que tenía desde 1979 una casa en la localidad marbellí sin problemas, ahora se veía afectado por unas construcciones colindantes con más altura y «que decía que esos señores no iban a verle en calzoncillos y había decidido irse de Marbella», por lo que pedía las mismas características urbanísticas.

Afirmó que en Planeamiento se recibían las propuestas y el convenio se remitía a Gil al Club Financiero, desde donde su secretaria, que era su hija, «mandaba una nota y decía que su padre había dado el visto bueno y quién firmaba el documento». Señaló que no hubo trato de favor («al contrario, se le perjudicó») a una empresa investigada, By the Sea, en cuanto a las compensaciones.

Respecto al supuesto cohecho del que es acusado, materializado en la promesa de dos apartamentos en la promoción Malibú, Roca manifestó que se mostró interesado por ellos aún estando sin terminar la construcción, porque le habían dicho que «eran los mejores por posición dentro del conjunto» y que llegó a pedir una rebaja en el precio.

Por su parte, el exalcalde del municipio malagueño de Marbella Julián Muñoz, declaró también ayer y apuntó que «nunca» negoció convenios urbanísticos y no tenía «ni idea» de cómo se gestionaba el urbanismo en la localidad, apuntando que "siempre me fie de que Jesús Gil no me engañaba y parece ser que me engañó bastante».El exregidor sufrió un desvanecimiento en la Sala, cuando declaraba Roca, pero no ha llegado a perder el conocimiento ni a caerse de la silla.