Ingeniero agrónomo y doctor en economía agraria, Tomás García también ha sido profesor de Economía agraria y europea en la Universidad Politécnica de Madrid. Ayer impartió una sesión del Máster en Estudios sobre la Unión Europea de la Universidad Católica ce Murcia (UCAM), en el que disertó sobre el ayer, el hoy y el mañana de la Política Agraria Común (PAC).

¿Cumple la nueva PAC, vigente hasta 2020, las exigencias del futuro o ha nacido obsoleta?

No no está obsoleta. Es muy importante lanzar un mensaje de tranquilidad a los agricultores: las líneas marcadas en este documento nos permiten respirar ya que de aquí al 2020 no se prevén grandes cambios de juego en las políticas agrarias europeas. Dicho esto, no significa que cuando se empiece a preparar la nueva PAC, en uno o dos años, no haya que analizar muy detenidamente qué agricultura queremos y qué mejoras queremos aportar. En mi opinión, el reto futuro está en diseñar una agricultura económica y medioambientalmente sostenible; y saber con qué aliados podemos contar a la hora de poner en marcha esos cambios.

Usted ha defendido destinar el 50% de los fondos de la PAC a financiar la necesaria transición ecológica en la agricultura.

La PAC del futuro debe ser la PAC de la transición ecológica. Creo que es necesario recompensar y promover los servicios que la agricultura presta a la sociedad. Por ejemplo, hoy en día el sector agrario es uno de los que contribuyen poderosamente a absorber el CO2 de la atmósfera, en particular las plantaciones permanentes, como los frutales. Si somos serios en la lucha contra el cambio climático, el dinero público se debe destinar a recompensar, a ayudar y a estimular a todos aquellos que contribuyen a la lucha contra este fenómeno.

¿Está Europa preparada para el cambio climático en el campo?

A medias. Creo que dentro de los fondos estructurales el agua tiene una gran prioridad y, por ejemplo, en España se han hecho esfuerzos grandísimos para el ahorro en la gestión de este recurso. Pero la magnitud del problema que se nos avecina es enorme. Hemos hecho mucho, pero tenemos que hacer mucho más. La velocidad con la que se está produciendo el cambio climático está en la rama más extrema de lo que preveían los científicos de la ONU: en deshielos, sequías, subidas de temperaturas... Lo que, por ejemplo, plantea problemas de plagas antes inexistentes que nos llegan de otros territorios. Así, tenemos un reto tremendo, pero soy optimista porque la toma de conciencia es importante. Por ello propongo vivir la transición ecológica y no sufrirla.

En la Región de Murcia se espera desde hace mucho un Plan Hidrológico Nacional que acabe con su déficit estructural de agua. Si con una mayoría absoluta no se ha hecho nada, ¿qué le espera a esta Región con el panorama político actual?

El agua se ha utilizado políticamente con éxito tanto en Aragón, como en Murcia o Castilla-La Mancha, a los gritos de «el agua es nuestra», o «agua para todos»... Pero, primero, el agua es un recurso escaso y ni hay para todos ni para todo. Segundo, habrá que ponerse de acuerdo, tras estudios multidisciplinares en los que participen expertos de todas las comunidades, sobre el agua que sobra y el que hace falta. Sería muy importante también que los políticos de unas comunidades escuchen lo que los ciudadanos de otras tienen que decir. Todos tienen parte de razón. Eso es hacer país, es construir España. Me calienta cuando dicen que el agua es de derechas o izquierdas. Lo grave es ese uso político y partidista y la falta de querer escucharse. Y ahora, con distintos partidos políticos en el panorama, se abre una oportunidad magnífica para eso y yo soy relativamente optimista. Pero nos falta tolerancia. Un debate sobre el agua no puede ser un ´Sálvame Deluxe´ de pelea de gallos, sino ponderado en base a informes científicos indiscutibles.