«Poco puedo contar, además de lo que ya sabemos por los medios de comunicación. La ciudad y la gente están tranquilas, aunque se percibe gran preocupación entre los extranjeros».

Así se expresaba ayer el sacerdote murciano Aurelio Sanz Baeza, a quien le pilló de paso en Estambul el atentado, reivindicado por Estado Islámico, que ayer costó la vida a una decena de personas en esta ciudad, cuando visitaban su zona más turística.

Sanz Baeza es actualmente párroco de Perín (Cartagena). En este sentido, es muy querido en la ciudad portuaria, pues pasó muchos años en Santa Lucía.

En concreto, el cura se hallaba camino de Burkina Faso, donde se ocupa, junto a otros cooperantes, de un proyecto solidario.

«Nosotros, cooperantes internacionales de la Fundación Tienda Asilo de San Pedro de Cartagena, esperamos volar mañana (por hoy) a las cinco de la tarde a Ouagadougou, Burkina Faso, donde atendemos el Proyecto WEND BE NE DO, en la zona norte del país», explicaba Sanz Baeza a LA OPINIÓN horas después de los atentados de Estambul.

«Somos cuatro: Manuel, de Cartagena, patrono de la fundación; Carlos, de Madrid, presidente de Chilhood Smile, una ONG colaboradora de la fundación; Daniel, enfermero de Torre Nazaret, de la fundación, y yo», concretó.

El vuelo previsto para ayer de la ciudad turca hasta Ouagadougou fue cancelado, lo que obligó a la comitiva de cooperantes a hacer noche en Turquía. «Por ahora, no hay otro aviso de cancelación», apuntaba el sacerdote.

Un proyecto de ayuda a África

El proyecto WEND BE NE DO está en marcha desde el año 2004, y nació a raíz del planteamiento de la Fraternité Charles de Foucauld de Burkina Faso sobre el problema del sida en este país subsahariano, el tercero más pobre del mundo, especialmente en la parte noroeste, donde la pobreza y la falta de recursos sanitarios son aún mayores. El representante del proyecto WEND BE NE DO en Occidente y, a su vez, de la Fundación Tienda Asilo de San Pedro de Cartagena, y miembro de la Junta de Patronos de la misma, es el murciano Aurelio Sanz Baeza.

Precisamente a esa castigada zona norte es a donde el religioso se dirige. Turquía fue una escala en su periplo de solidaridad. Y, justo al estar allí, otro horror golpeó a este país: el del terrorismo.

«Estamos muy bien y sin problemas, a unos 15 kilómetros del lugar del atentado, pues no hemos venido de turismo, sino de paso hacia Burkina Faso», subrayó el sacerdote. De él y sus compañeros apuntó, después del susto, que se encontraban «aislados, pero bien atendidos».

«Estamos muy bien, no nos ha afectado el atentado debido a que no ha sido cerca de donde nos encontramos», destacó el cura de Perín, que ya conocía Turquía de un viaje anterior. Para el resto de cooperantes, era su primera vez en Estambul.

«Hay tráfico muy intenso y no paran las sirenas. No ha habido más atentados , pero la Policía está muy ocupada», relata el sacerdote murciano, a lo que añade que «la vida sigue su curso», y que Turquía «es un país trabajador».

Mientras tanto, autoridades de todo el planeta comparecían ante los medios para mostrar su enérgica condena tras la masacre. Tachaban el ataque de «despreciable» y de «cínico», y expresaban su repulsa. Los cooperantes, por su parte, solamente esperan volar a su destino, en África, donde hacer el bien. Pasarán la noche con la esperanza de poder coger el avión esta misma tarde. Mientras habla con LA OPINIÓN, Aurelio Sanz Baeza apunta: «Siguen sonando las sirenas...».