Hacer vida sana, con la promesa de acudir al gimnasio y abandonar hábitos nocivos, como el tabaco. Es la estrella de las promesas que se plantean al inicio de cada año, junto con la de pasar más tiempo con los seres queridos y menos en el trabajo. No obstante, expertos advierten del riesgo de que el propósito no llegue a buen puerto, en el caso de ser «demasiado abstracto».

La psicóloga Anna Gil detalla que «si los propósitos son muy abstractos, no son progresivos». Por ejemplo: una persona se plantea ir al gimnasio, pero no concreta cuántas veces a la semana. «Al no haber una progresión, al final no se produce», subraya Gil.

En este sentido, la experta señala que lo que era una buena intención adquiere un cariz «contraproducente», ya que la persona considera que «no lo ha conseguido». Además, apostilla la experta, «muchas veces nos ponemos las metas en negativo».

«Por ejemplo, si me propongo dejar de fumar, pero no detallo qué haré en vez de fumar. La meta no puede ser una instrucción negativa: ha de ser una instrucción positiva y tener pasos progresivos», indica la psicóloga.

Anna Gil hace hincapié en la importancia de «valorarnos los pequeños logros», ya que «cuando estamos motivados, ponemos más recursos a disposición del propósito y nos sale mejor».

A este respecto, la experta propone «refuerzos externos o internos». Como ejemplo de los primeros, apunta: «Si, por ejemplo, voy al gimnasio, luego me voy de cañas con las amigas o me compro ropa de deporte». En el caso del refuerzo interno, se trataría de una especie de «diálogo interior».

Además, Gil apunta que hemos de permitirnos «un margen de error con nosotros mismos» y «permitirnos fallos dentro de un camino hacia el éxito». «El éxito no es un ascenso constante», recuerda la psicóloga, «es también pasar por fracasos».

«Ojalá pudiera proponerme salud»

«Yo ojalá pudiera proponerme tener salud. Pero, como eso no depende de mí, me voy a proponer quedarme como estoy. Que tampoco depende del todo de mí, pero una ´miaja´ sí». Así se expresa Tomás, vecino de Vistalegre de 82 años de edad, al ser preguntado por sus aspiraciones para 2016.

Otras, como Lucía, lo tienen claro: «Mi propósito para 2016 es ser madre. Haya padre o no». «Eso no lo pongas, que esta está loca», apostilla su amiga Inma, a su lado en un bar de Santa María de Gracia. «Lo que tenemos que hacer es dejar el ´tabaquico´, nena», apunta la joven. No le falta razón. Aprovechando que prescindir del sucio hábito es una de las promesas más recurrentes de estas fechas, desde la la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica recuerdan que un cigarro contiene monóxido de carbono, acetona, naftalina, disolventes, amoniaco, un veneno «tan potente»como el arsénico, insecticida DDT, plomo o cadmio.