"Yo he venido a comprar y me he enterado al llegar de que había tocado. Yo llevo dos décimos, pero entre una peña de seis", decía María del Carmen Gómez. «Yo llevo uno, pero entre dos, pero 10.000 euros a cada una, ¡vaya si nos arreglan las Navidades!» añadía su vecina y compañera de suerte Ascensión Mojica.

Son dos clientas del supermercado Inza, en el barrio murciano de Barriomar, agraciadas con un cuarto premio. La suerte les llegó desde Las Torres de Cotillas, con el 52215, número que este año se vendía en el establecimiento. El Inza es un pequeño comercio de ultramarinos ubicado en la calle Barriomar, un pequeño callejón que ayer se llenaba de gritos de euforia e incredulidad.

«No sé cuántos decimos he repartido. Se han devuelto diez o doce. Yo también llevo uno», contaba Pepe Nicolás Inza, dueño y tendero del establecimiento que lleva su segundo apellido. El hombre llevaba encima uno de los décimos premiados, lo mostró a cámara a petición de los medios congregados en su tienda y, a continuación, siguió trabajando con tranquilidad. Despachando un poco de embutido por aquí, cortando bonito por allá, junto a su compañero de faena, el carnicero Antonio Hernández.

Cada décimo del 52215 está premiado con 20.000 euros (a este dinero hay que descontar lo que se lleva Hacienda). En el Inza se repartieron unos 30 décimos. En el cristal de la puerta del local, un cartel que rezaba: «¿Y si cae aquí el Gordo de Navidad?» Bajo la pregunta, el número. Clientes que ayer pasaban por la tienda se fijaban en el detalle y lo señalaban: «Mira, no ha sido el Gordo, pero como si lo hubiera sido». Horas después, el carnicero Antonio, sonriente, sostenía ese mismo cartel, mientras el dueño descorchaba por fin una botella de sidra.

«Pepe, dame un besazo», clamaba otra clienta, Angeles, con lágrimas en los ojos. A esta mujer le pilló el desarrollo del sorteo en la peluquería y, al percatarse de que había salido su número, y de que tenía premio, corrió hasta el súper. «Me hacía mucha falta, me hacía mucha falta», repetía, como un mantra, Ángeles, emocionada. Y la alegría era doble: «Mi hijo, después de cinco años en el paro, ha encontrado trabajo», relataba la señora, tan feliz como nerviosa.

"He dado saltos en el salón"

«Si hubieras visto cuando he oído en la tele el número que era... Los saltos que daba en el comedor. He dado saltos hasta arriba», insistía Ascensión, que permanecía en la tienda, para compartir la buena nueva con sus vecinos. Y remarcaba: «No me esperaba yo esto». Ahora, a planificar unas fiestas de cine: «Tengo cuatro hijos y seis nietos, y vamos a pasar unas Navidades divinas», aseguraba.

El plan que acarrea brindar por el 52215 está claro: «Vamos a comer y a disfrutar con mis nietos", apuntaba Ascensión. «A otro vecino también le ha tocado, que también a sus criaturas le hace falta», apostillaba la señora.

Mientras, Pepe, el ´hado´ padrino, no dejaba de despachar. Su esposa, Carmen Valls, también en la tienda, le abrazaba con una sonrisa. Mientras, Ángeles se retiraba a seguir celebrando, calendario en mano. «Me han dado el almanaque de la Virgen de la Fuensanta», comentaba, feliz. «Hala, voy a decírselo a una amiga», decía la vecina.

El décimo perdido y hallado entre una maraña de números

«Mañana (por hoy) me voy a comprar un coche». Así resumía un cliente del súper Inza, en Barriomar, lo que iba a hacer con el premio. Su utilitario está viejo y toca renovarlo. Minutos después, admitía que lleva tantos décimos que no daba con el premiado. El hombre se acercó al supermercado a compartir su alegría, incluso cuando no tenía el boleto afortunado entre sus manos. Nervioso, eufórico, sabía que la Fortuna lo había mirado, pero no podía garantizar dónde estaba su décimo. Pero al final lo encontró, se lo echó encima, volvió al súper y lo exhibió con alegría ante las cámaras de televisión. «Estoy ´requetecontento´, muy agradecido», contaba el hombre, con alegría. Y de su euforia se contagiaban todos cuantos pasaban por el súper. Llevasen la suerte o no.