«Conocemos experiencias de éxito en el cooperativismo. Y el municipio de Bonares es un ejemplo que existe y funciona». Así presentó el presidente de la Unión de Cooperativas de la Región (Ucomur), Juan Antonio Pedreño, al primer ponente de las jornadas ´Municipios, Cooperativismo y Economía Social´, celebradas el pasado viernes en Archena. Pedreño anunciaba al alcalde de una pequeña localidad de la provincia de Huelva, Bonares, conocida como el ´pueblo de las cooperativas´, y su regidor, Juan Antonio García, tomaba la palabra: «No se trata de descubrir la pólvora, pero sí de llevar a la práctica todo aquello en lo que creeemos. Y quiero contarles cómo impregnamos a todos los habitantes de Bonares la mentalidad del cooperativismo».

Bonares es un pueblo de 6.422 habitantes y 66 kilómetros cuadrados, anclado en la zona norte del parque natural de Doñana, en Huelva. Su economía se ha nutrido tradicionalmente de la agricultura de la vid, la oliva y el cereal, pero evolucionó a lo largo del siglo XX gracias al influjo de las cooperativas. Y es que el 80% del trabajo bebe de la economía social y su tasa de desempleo es de las más bajas de Andalucía.

La historia de este crecimiento se divide en dos fases, según relató su primer edil: «La primera fue la época del ´surgimiento´, tras la aparición en el pueblo de la primera cooperativa en 1957. Después, en los setenta, emergieron otras dos. Aquello creó un ambiente de participación vecinal y dio lugar a una incipiente conciencia de cooperación», expuso el alcalde ante un público repleto de regidores y ediles de la Región, técnicos municipales y emprendedores murcianos.

Sin embargo, la economía de Bonares se enfrentó a su primer obstáculo en los ochenta con una crisis, «parecida a la actual» -precisó García-, que provocó «mucho pesimismo». El rescate estaba en las cooperativas. «Apostamos por ellas en un momento en que no existía cultura emprendedora. Nació una cuarta cooperativa y se formó una agrupación de agricultores». Esa empresa, fundada en un momento crítico, factura hoy 25 millones, tiene más de 450 socios, aporta 300 puestos de trabajo directos y genera miles en las campañas de peonadas.

«La integración supuso la segunda fase», prosiguió el alcalde. «Había que continuar el modelo, pero en una escala superior que redujera gastos. A principios del siglo XXI decidimos colaborar con ellos y nos integramos como un socio más en una quinta cooperativa. Fuimos pioneros en Andalucía», narró.

El municipio cuenta hoy día con una tasa de paro de un 8% en temporada baja, y un 5% en el periodo de más intensidad. Por cada 214 habitantes hay una empresa orientada a la economía social: 30 en total, entre cooperativas y sociedades laborales. «Nosotros hemos creído desde hace mucho tiempo en este tipo de modelo para lograr un desarrollo local sostenible, que ha generado trabajo incluso en los momentos de la recesión económica», argumentaba García.

«Es una herramienta de transformación social, que combina la racionalidad con el progreso social y une la eficacia empresarial con la responsabilidad social», exponía el regidor, quien agregaba que «coloca el beneficio colectivo por encima del capital y el lucro individual». Y, además, «le hemos puesto apellido sostenible la economía social».

Juan Antonio García cerró su intervención con un alegato a los alcaldes y técnicos municipales presentes en el salón. «Hay que creer de verdad en este modelo y no basta con predicar, sino que hay que dar trigo. Tienen que haber políticas para la economía social en los programas de gobierno», exhortó. Su pueblo, que «tiene el ADN del cooperativismo», es el ejemplo a seguir.