«Lo que iba a ser una noche parisina de ensueño se convirtió en una verdadera pesadilla para Juan Melgarejo y Mª Piedad García, un matrimonio ciezano que fue testigo directo de los terribles atentados acaecidos el día 13 en la capital francesa. Eran aproximadamente las nueve y media de la noche cuando Juan y María Piedad estaban a punto de concluir una visita por el centro de París, visita enmarcada en el viaje vacacional que durante tres días realizaron a la denominada ciudad del amor. Iban a pie de camino hacia su hotel tras visitar la plaza de la República, pero el destino les hizo parar a tomar un café en una cafetería llamada Du Temple.

Bendita decisión, porque solo 40 segundos después de entrar a aquel local comenzó todo. «Se oyeron disparos y enseguida vimos decenas de personas corriendo despavoridas, todo detrás de los cristales de aquella cafetería en la que, sin saber aún por qué, hicimos un alto en nuestro camino».

A partir de ese momento, y según cuentan estos dos ciezanos, el centro de París se convirtió en un auténtico reguero de muerte. «Mi primer pensamiento fue que se trataba de algún asunto relacionado con la mafia, pero muy pronto comenzaron a llegar las primeras noticias que hablaban de un brutal atentado terrorista».

Salieron entonces de la cafetería junto a todos los que se encontrában dentro, pero la zona ya había sido acordonada. «Supimos entonces que uno de los tres atentados de esta zona se había producido muy cerca de nuestro hotel, un lugar por el que tendríamos que haber pasado forzosamente para llegar a él», explica Juan, que inmediatamente comprendió que de no haber decidido entrar a aquella cafetería, podrían no estar vivos.

La confusión y el no saber qué hacer se adueñaron entonces de estos dos ciezanos, los cuales intentaron hablar con la embajada española en París para refugiarse y para una posible repatriación, pero sin éxito.

Deseando volver a casa

«El teléfono estaba colapsado y no fue posible, y ya a última hora pudimos llegar a nuestro hotel aunque con la imagen de decenas de muertos tirados en las calles». «Al día siguiente coincidimos con un profesor nuestro de inglés y pasamos el día con cierta normalidad, pero ya deseando que se hicieran las nueve de la noche, hora en la que teníamos el vuelo para volver a nuestra tierra», indica el matrimonio.

Ya en Cieza, y una vez que la terrible pesadilla ha pasado, estos dos ciezanos han comenzado a ser conscientes de la magnitud de lo ocurrido y de que han sido testigos directos de un acontecimiento histórico. «Es una sensación que no alcanzamos a comprender todavía. Afortunadamente, la suerte nos acompañó por la decisión de parar a tomar aquel café, pero otros muchos no tuvieron la misma y no lo pueden contar», relatan estos dos ciezanos.

A pesar de todo, y de que han vivido el horror de cerca, Juan Francisco y María Piedad no dudan en ensalzar los encantos de la capital de Francia, una ciudad a la que volverían en cualquier momento.