Los cultivos de cítricos de la Región no serán ajenos a las transformaciones que causará el cambio climático en los ecosistemas. Las plantaciones de limoneros y naranjos murcianos sufrirán con dureza los efectos del calentamiento global. Tanto es así que incluso podrían llegar a desaparecer en torno al año 2050.

Se trata de uno de los avisos de un informe de la Fundación de las Cajas de Ahorro (Funcas), un documento publicado en el último número de la revista Panorama Social y suscrito por los expertos David Leal y Jonathan Gómez. El estudio, difundido en la web de la fundación, alerta de las consecuencias del cambio climático tanto en la vida de las personas como en el medio ambiente.

«Es una realidad. La ausencia de medidas y protocolos de actuación provocarán uno de los mayores desastres a los que se haya enfrentado el ser humano», esgrimen. El «fuerte impacto» exigirá «una actuación a tiempo, así como caminar hacia un modelo productivo y social sostenible» para mitigar los efectos, añaden en el informe.

De lo contrario, sectores como el cultivo de los cítricos estarán en situación de vulnerabilidad. Y es que un aumento de 4 o 5 grados pondría en riesgo a la huerta de Valencia y de Murcia, «ya que muchos árboles pueden no resistir el calor del verano», explican ante de concluir que «es probable que en 2050 las plantaciones de críticos hayan desaparecido de la región».

«La prospectiva de los cultivos de cítricos, vides y olivos abarcaría escenarios de subida de 4 o 5 grados que implicarían que la vendimia fuera prácticamente nula en zonas del Duero, el Guadiana o Navarra», agregan.

Además, las inundaciones se convertirán en «otro fenómeno recurrente», sobre todo en el Levante, con altas temperaturas y menor humedad ambiental. «El riesgo de ignición podría dispararse y con ello el número de incendios».

El informe apunta que el sector forestal ya está padeciendo en el sur de la Península una pérdida de productividad «muy considerable debido al estrés climático», mientras que la escasez de agua podría causar problemas de funcionalidad en numerosos destinos turísticos, según subraya Efe. Así, los calendarios de las vacaciones se verán modificados y la elevación del nivel del mar supondrá «una amenaza a la localización de ciertas infraestructuras».

Otra de las secuelas sería la reducción de los recursos hídricos, que caerían en un 16 por ciento de media hasta 2050, «debido a la tendencia a la baja de las precipitaciones y la mayor evapotranspiración».

Un ejemplo es la sequía de 2014

El estudio de Funcas achaca al cambio climático la sequía de 2014 y recoge que el «más grave impacto» en la salud en la Península se encuentra en los episodios de calor extremo que aumentarán «la morbimortalidad», los cuales afectarán a los más débiles, «como los niños, los ancianos o personas sin recursos». Y es que el calor, el asfalto y las vivienda aisladas «suponen una combinación perniciosa para la salud en ciudades como Murcia, además de Córdoba, Sevilla y Madrid».

La conclusión de Funcas es clara: «España se encuentra en una vulnerable encrucijada geográfica y climática que obliga a replantear las estrategias de producción».