El catedrático Antonio Embid participó ayer en el congreso 'Desafíos del Derecho de Aguas 2015', organizado por la Universidad de Murcia y el Instituto del Agua y del Medio Ambiente. Disertó sobre el estado de la planificación hidrológica en España y su futuro. Como aragonés, reconoce que el agua siempre levanta pasiones porque, aunque la mayoría de las personas vivamos en ciudades, «todos tenemos en nuestros genes lo importante que ha sido el agua para evitar el hambre; por eso este tema se vive con pasión». Sin agua, falta lo elemental para vivir, añade.

¿Es suficiente la actual planificación hidrológica nacional?

La planificación se basa en los planes de cuenca aprobados el año pasado, adaptados a la Directiva Marco Europea, y ahora están a punto de aprobarse los de este año, con lo que, desde el punto de vista de las exigencias de la Directiva estaría terminada la planificación. La cuestión está en que si se desean hacer trasvases hace falta un Plan Hidrológico Nacional (PHN), que no se sabe si existirá, pues se prometió para esta legislatura y ni se han iniciado los trámites. ¿Lo habrá en la siguiente? Es posible, pero lo cierto es que un PHN al estilo del que se hizo en el 2001 -incluía el trasvase del Ebro a las cuencas del Mediterráno-, no lo veo previsible en lo más mínimo. Era inviable. La servidumbre sobre el Ebro era impresionante, tampoco era sostenible económicamente, pues se basaba en ayudas europeas y los impactos ambientales sobre el Delta eran tremendos.

¿Cómo debería ser?

Se deben buscar fórmulas distintas pues, de hecho, nadie ha intentado revitalizar el plan del 2001, pese a haber pasado gobiernos de varias tendencias desde entonces. Ignoro por dónde irán, pero creo que está todo inventado. Lo menos susceptible de levantar agrias polémicas sería, allí donde haga falta, la desalación y sobre todo la reutilización de los recursos. Se debe ir a soluciones que sean sostenibles económicamente, porque ya no habrá subvenciones europeas para obras.

Es decir, que quien quiera trasvases, deberá pagar la obra.

Tal y como está la economía, en un Estado de disciplina presupuesaria, el coste de cualquier tipo de obra hidráulica importante deben basarse en las aportaciones económicas de los beneficiarios. Y habrá que hacer muy bien las cuentas. No quiero decir con esto, tajante, que no habrá trasvases, sino que no imagino a este Estado llevando a cabo infraestructuras tan costosas sólo a su cargo. Hay que basarse en el principio de 'queremos agua, pero ¿la podemos pagar?'.

Los regantes han pedido a los políticos que se aparten del tema del agua; que aprueben el trasvase del Ebro y que ellos se encargarán de buscar financiación y hacerlo.

Cualquier trasvase futuro que se haga debe tener en cuenta que va a haber una importante reducción de recursos hídricos por el cambio climático en todas las cuencas. Y si a eso se le suma el que se le vaya a restar recursos por una obra artificial, ya deja de convertirse en un tema de decisión política y pasa a ser social. Y además, hay que estudiar muy bien sus repercusiones ambientales.

¿Qué futuro le ve al trasvase Tajo-Segura?

Lo último que yo soy es profeta. Pero sí puedo decir que esta obra tiene un defecto de diseño, pues se basaba en unas aportaciones que en los embalses que no se han cumplido. Ha sido mucha menos. A partir de eso, viene lo demás. El Tajo en algunos lugares es casi una cloaca. Así se entiende que la población crea que no tiene por qué soportar que un recurso natural maravilloso como un río deba ser sólo un desecho.

Entonces, ¿habrá que ir pensando en replantearse la política agraria, replanificarla?

Cualquier modificación de la política hídrica debe ir de la mano de una modificación de la política agraria, puesto que el 70% del agua se utiliza en el regadío. El agua que falta saldrá del regadío o no saldrá -menor consumo, más ahorros...-, porque dudo que se los ceda la industria o el abastecimiento.

¿Deben entoces revisarse las actuales concesiones históricas de agua de riego?

Sí. En muchos casos no tienen sentido, puesto que son agriculturas que no se sostienen ni con ayudas comunitarias. Por eso creo que la agricultura del futuro debe abastecerse del agua de las agriculturas menos pujantes. No le veo otro futuro.

¿Donde queda la solidaridad entre regiones?

Cada cual tiene lo que tiene y si además aspira a lo que tienen los demás la palabra solidaridad puede ser mal entendida. El problema no es de solidaridad, sino de planificación y uso racional de los recursos. En esta vida no se puede tener todo.