Trabajar como enfermera en un colegio es mucho más que poner tiritas o dar una aspirina de vez en cuando. El trabajo asistencial es importante, pero la mayor parte de su labor va encaminada a la educación para la salud, un concepto en el que las autoridades sanitarias insisten una y otra vez como la mejor forma de prevenir enfermedades en los adultos del futuro. En el colegio privado San Jorge de La Alcayna decidieron hace años que esta formación debía estar integrada en la oferta del centro y una enfermera trabaja con ellos desde que los niños entran por la puerta hasta que acaba la jornada escolar.

Pepa Muñoz es la profesional que desde este curso hace esta función y reconoce que, si ya pensaba que era importante el personal sanitario en los centros educativos, la experiencia de estos meses hace que esté convencida «de que es absolutamente necesaria» la contratación de enfermeros para los colegios e institutos en toda la red de los centros de enseñanza de la Región. «Yo trabajo de forma transversal con todo el claustro de profesores, desde Educación Infantil hasta el Bachillerato, y nos coordinamos, de manera que yo entro en el aula para presentar cuestiones de formación y prevención adaptada a cada nivel», explica la enfermera.

Con los más pequeños del colegio, niños desde los tres hasta los quinces años, trabaja la sicomotricidad y, a medida que van siendo más grandes, introduce cuestiones de buenos hábitos en la alimentación y la importancia de llevar una vida saludable. Con los mayores, los alumnos de Secundaria y Bachillerato, el trabajo se centra en la prevención de drogodependencias y en salud sexual.

«Hay muchas cosas que quizá los alumnos no cuentan a sus padres o a los profesores, y sin embargo confían en el profesional sanitario para resolver algunas dudas», apunta Pepa Muñoz, que aclara que siempre se actúa también en coordinación con los padres de los alumnos. El trabajo en el comedor es otra de las tareas importantes que como enfermera tiene, «porque viendo comer a los alumnos pueden detectarse anomalías» y, sobre todo, vigilar que ningún niño con intolerancias o alergias pueda ingerir alimentos que no son adecuados. «A principio de curso los padres me entregan una ficha médica con los aspectos más destacables del historial médico de los alumnos y cualquier problema que puedan tener se anota en ella».

La vertiente asistencial, cuando un niño tiene fiebre o se cae y se hace una herida, forma parte también de su día a día. «Siempre pasa algo y para los padres también es una tranquilidad saber que hay una enfermera atendiendo a sus hijos», asegura. Un protocolo establece en qué circunstancias puede ella hacerse cargo de una situación o cuándo el niño debe ser derivado a un centro de salud, pero su actuación en primera instancia es siempre importante.

«Llamamos a los padres, pero si un niño tiene algo de fiebre y le doy un medicamento de los que puedo prescribir como enfermera y está conmigo en la enfermería hasta que puedan recogerlo, sin duda es una tranquilidad para ellos, que no tienen que salir corriendo del trabajo. Saben que está bien», relata.

Una de las asociaciones que lleva más tiempo reclamando que haya enfermeros en los centros escolares es la Asociación para el Cuidado de la Diabetes, Adirmu, y precisamente una de sus tareas diarias es controlar que vigilan de manera adecuada sus parámetros de insulina.

«Ellos se conocen muy bien y deben saber cómo actuar, pero es importante estar pendiente y, sobre todo, formar a los profesores para que sepan identificar si en algún momento le pasa algo al niño», explica la enfermera, que también conoce a los niños que tienen que tomar medicación por Déficit de Atención e Hiperactividad «y los padres están mucho más tranquilos y se reduce mucho su ansiedad por saber si se toman correctamente la medicación cuando no están en casa».

El colegio San Jorge es un centro grande, con varios niveles educativos, pero ¿estaría justificada la presencia de una enfermera en un colegio pequeño de Primaria? A esta pregunta Pepa Muñoz no tiene dudas y su respuesta es sí, «porque hay mucho trabajo por hacer en educación para la salud, al margen de que es una garantía por si ocurren urgencias».