Dicen: hay que mirar hacia adelante y no permanecer atados al pasado. Es bonito. Cursi, pero bonito. Lo que quieren decir en realidad es que nos olvidemos de las trapacerías de quienes nos han gobernado y estemos atentos a los grandes eventos que nos prometen quienes nos gobiernan con distintas caras e idéntica marca. Si hiciéramos lo que nos indican, al cabo de cuatro u ocho años estaríamos en las mismas.

Mirad hacia adelante, nos dirán. Ni atrás ni hacia cada lado. Ni siquiera los trileros son tan audaces; van al descuido, pero no dictan pautas para que les facilitemos la tarea.

Intentémoslo. Miremos siempre, pues, al sol que nos encandila. Pero ¿cómo evitar el olor a mierda que nos atufa desde el pasado? Las alcantarillas rebosan, y aquí no hay quien viva. ¿Cómo mirar hacia adelante si el hedor nubla la vista? Lo primero es desatascar.

Ayer escuchamos a un político asegurar: «Yo sólo era político». Justificaba así que una de sus decisiones de indudable trascendencia obedecía a cursar un papel que le había puesto a la firma un técnico. Y la pregunta es: si esto es así ¿por qué no votamos a los técnicos? ¿Qué falta nos harían los políticos?

Estoy convencido de que las cuatro esculturas de a palmo, valoradas en unos 40.ooo euros por pieza, reproducción numerada en serie de la Dama de Murcia „escultura de Manolo Valdés que luce en la murciana Plaza de la Fuensanta, frente al Corte Inglés„, que una empresa concesionaria del Ayuntamiento capitalino regaló a otros tantos políticos con mando en plaza „el BBVC, que no es un banco„, están enterradas a estas alturas en los jardines de sus respectivas mansiones, la mayoría de ellas asímismo de dudosa financiación, enterramiento que supongo por ponerlas a salvo de probables visitas policiales. Tales obsequios no son el único caso, sino uno de los síntomas del sistema.

Algunas colecciones particulares de arte se justifican, no sólo en las rotondas de Murcia, sino en ciertas exposiciones programadas y en ciertas fundaciones creadas a lo largo de estos últimos años, así como la adquisición por la Comunidad de colecciones completas de arte a precios que se intentaron inicialmente al alza sobre el precio de mercado y hasta de locales de galerías de arte en quiebra, regentadas por amiguetes, que muchos años después no han encontrado uso para la Comunidad ni comprador para aliviar su déficit. No se han privado de nada.

Todo, al fin, eran ´cuestiones de trámite´, y llaman ´persecución política´ a que se repare en estos ´pequeños detalles´. Nos piden que miremos hacia adelante, pero es que hacia adelante también huele. Huele a mierda por todos lados. Y el fontanero, o quien creíamos que venía de tal, está como catatónico o ya, tan pronto, suplantado.