La consejera de Sanidad, Encarna Guillén, subrayó ayer, con motivo del Día Mundial del Ictus, que la implantación del Código Ictus en la Región permite que un 48 por ciento de los pacientes supere esta patología sin secuelas frente al 40 por ciento, que presenta secuelas, y el 12 por ciento, que fallece.

Guillén manifestó que «gracias al reconocimiento precoz de los síntomas por parte de los pacientes y a la mejora en la coordinación de los recursos disponibles, cada vez más pacientes se pueden beneficiar de los tratamientos».

La consejera realizó estas declaraciones durante su visita a la Unidad de Ictus del Hospital General Universitario Santa Lucía de Cartagena. Además, también ha visitado en esta jornada a los profesionales del Hospital Clínico Universitario Virgen de la Arrixaca de Murcia.

Anualmente, en la Región se notifican más de 3.000 episodios cerebrovasculares, de los que 2.000 son ictus isquémicos, 600 ataques isquémicos transitorios y 500 ictus hemorrágicos. En líneas generales, explicó Guillén, «en un 75 por ciento de los casos son personas mayores de 65 años y que presentan factores de riesgo, como diabetes o hipertensión».

El número de ictus isquémicos registrados durante 2014 en la Región, fue de 1.984, con una tasa de 135,5 por cada 100.000 habitantes. En un 55,2 por ciento de los casos eran varones con una edad media de 73,6 años.

La consejera destacó el desarrollo del Programa de Atención al Ictus en la Región de Murcia, coordinado por la doctora Ana Morales, que ha posibilitado mejorar la asistencia prestada e incrementar el número de pacientes que se benefician de los tratamientos.

Los parámetros de 2014 muestran un avance respecto a los de 2008, año previo a la implantación del Programa de Atención al Ictus. La aplicación de la trombolisis ha pasado de un 0,9 por ciento a un 7,5; la estancia media en los ingresos por esta causa ha bajado de 11,6 días a 9,9; y la mortalidad ha descendido del 14,1 por ciento al 12,1. Además, añadió Guillén, «hay que sumar la inclusión de la trombectomia mecánica en el año 2010, un tratamiento de alta complejidad que se puede aplicar al paciente hasta transcurridas ocho horas de los primeros síntomas del ictus, siempre que no existan otras patologías que lo impidan».