Completar todos los libros de texto que necesitan los escolares para este curso está siendo para muchos padres una auténtica odisea y las clases en los colegios e institutos están marcadas por que muchos de los alumnos no tienen todos los manuales. El problema es que las editoriales han servido tarde y casi con cuentagotas muchos de sus libros de texto. La aplicación de la LOMCE, que hasta este verano estuvo en cuestión, es la principal causa. La consecuencia es, casi un mes después de que comenzara el curso, que los libreros siguen tratando de conseguir que les lleguen los manuales que les reclaman y los profesores están haciendo fotocopias para que los alumnos que aún no tienen el libro sigan el ritmo de las clases.

«El problema es que las editoriales no se atrevieron a hacer las tiradas de los libros nuevos con los contenidos de la Lomce porque había mucha inseguridad y noticias contradictorias sobre la aplicación», explica Manuel García Elbal, presidente de la Asociación de Libreros de la Región.

Y la inseguridad sobre esta aplicación estuvo marcada en la Comunidad por la decisión de la Asamblea regional -con los votos de toda la oposición- de que la ley se aplicara con criterios mínimos. En otras comunidades incluso se amenazaba con no aplicar la ley directamente. «Todo esto hizo que los centros tardaran en decidir qué libros iban a utilizar y que las editoriales no imprimieran hasta el mes de septiembre», apunta García Elbal.

A esto se suma el hecho de que muchos centros escolares han decidido mantener los manuales del año anterior y utilizarlos añadiendo por su cuenta los nuevos contenidos. El problema es que las editoriales, o al menos la mayoría, no han querido hacer tiradas de los manuales antiguos y hay alumnos sin libros porque literalmente no hay donde comprarlos porque no existe.

«A mis hijos los profesores le están haciendo fotocopias de algunos libros porque seguimos esperando a que llegue el libro», explicaba ayer a LA OPINIÓN Dolores, la madre de tres niños que estudian segundo y quinto de Primaria y primero de ESO, tres cursos que este año estrenan la reforma educativa y que es donde se concentran los mayores problemas con la distribución. Su caso, asegura, no el único porque ´la búsqueda del libro perdido´ se está convirtiendo en una tónica generalizada para muchas familias en este inicio de curso.

«A nosotros nos dijeron que no compráramos los libros hasta hablar con todos los profesores, lo ponía en la propia web del instituto. Al final hemos tenido que buscar algunos de los libros a través de internet porque nuestro librero ya no sabía qué hacer, no se lo enviaban», relata Pilar, la madre de una alumna de Primero de Bachillerato en un instituto de Murcia.

«Nosotros damos la cara»

García Elbal lamenta que en esta situación son los libreros los que están en una peor situación «porque somos los que damos la cara cuando no recibimos soluciones por parte de las editoriales o los distribuidores». Eso sí, garantiza Elbal que las que mejor están respondiendo ante todos estos problemas son las pequeñas librerías. «En la mayoría de las grandes superficies cuando acaban la campaña prácticamente dejan de dar servicio. Somos nosotros los que hacemos gestiones incansables para poder conseguir los libros», sostiene Elbal, que desde hace años mantiene la lucha en los tribunales como presidente del gremio para conseguir que no se permita la venta de libros de texto a asociaciones de padres en colegios. «Si algún día desaparecemos las pequeñas librerías, se darán cuenta de lo que somos y del papel que hacemos», afirma no sin cierto pesar Manuel García Elbal.

Sobre este problema con los libros, los libreros esperan que poco a poco se vayan solucionando las incidencias. La dificultad es que muchas editoriales no hacen envíos pequeños a las librerías y algunas tienen problemas, aunque Elbal confía en que en unas semanas las editoriales terminen de hacer llegar los encargos. Mientras tanto, los profesores y los padres tratan de sobrellevar la situación de tener a alumnos con libros nuevos, otros con libros antiguos y otros sin libros en una misma aula.