Cien años de historia justifican que el tradicional acto doméstico de apertura del curso de las universidades de la Región se convierta en la apertura del año académico nacional y que sea el rey el que tenga el honor de presidir un acto en que, por una vez, y por cortesía, la Universidad Politécnica de Cartagena estuvo en un segundo plano.

El ajustado horario de Felipe VI provocó que se tratara del acto más corto que se recuerda en la Universidad, que, sin embargo, estuvo lleno de la intensidad que el día merecía. El ministro de Educación, Íñigo Méndez de Vigo y rectores de treinta universidades acompañaron a José Orihuela, rector de la UMU; a José Antonio Franco, rector de la UPCT, y al presidente de la Comunidad, Pedro Antonio Sánchez, en el sobrio escenario en el que discurrieron los discursos oficiales y ante un auditorio repleto en el que apenas unas 250 plazas escapaban de criterios de protocolo y estuvieron ocupadas por estudiantes, profesores y personal de administración, que consiguieron su entrada gracias a un sorteo.

A todos ellos se dirigió el rey Felipe en su intervención, pero especialmente a los alumnos. A ellos lanzó sus mensajes más directos. «A los estudiantes les quiero dar un mensaje lleno de afecto y ánimo», afirmó antes de proclamar: «Vuestro esfuerzo y perseverancia merecerán la pena y darán resultado. No lo dudéis. La sociedad en su conjunto es muy consciente de las dificultades que tenéis que afrontar y, también, de que vuestro futuro es el futuro de nuestro país, el de todos».

Y entre esas dificultades Felipe VI recalcó de forma especial la de formarse para «contar con aptitudes para adaptarse a escenarios en permanente mutación», para convertirse en profesionales «capaces de asumir riesgos y encabezar proyectos».

Por estas necesidades de presente y de futuro el rey defendió una «formación universitaria de calidad» como «instrumento de igualdad, justicia y cohesión social» que «constituye un poderoso elemento de protección frente a la desigualdad y el desempleo».En este sentido, el monarca se mostró convencido de que «el mayor progreso de España depende de la capacidad de educar en la excelencia de valores y conocimientos a las futuras generaciones».

La formación es, dijo, «el mejor camino para desarrollar, orientar y dar brillo al talento». En definitiva, el rey reclama «una Universidad que derribe barreras y que contribuya a mejorar el mundo desde el saber, el conocimiento, el humanismo y la excelencia». Para finalizar su discurso el rey deseó a la Universidad de Murcia que «siga cumpliendo siglos de historia». Para concluir con el anhelo de «que la Universidad siga inspirándonos a todos».

Precedió en los discursos al rey el ministro, Álvaro Méndez de Vigo, que hizo un repaso a todos los proyectos que prepara en el ámbito universitario. Recordó los 1.416,5 millones de euros para becas y ayudas al estudio consignados presupuestariamente, el reforzamiento de los programas Erasmus, el incremento de la tasa de reposición de profesorado hasta el cien por cien y la próxima convocatoria de ayudas del programa del Campus de Excelencia.

El titular de Educación también anunció la elaboración de un mapa de conocimiento de las universidades para identificar las áreas científicas más importantes de cada universidad para que sea referencia mundial que atraiga talento y expertos, y que sirva de guía para los estudiantes a la hora de reconocer las facultades con mayor impacto docente y científico.

Pero Méndez de Vigo también tuvo espacio en su discurso para la inspiración, que ayer rondaba por los regios muros universitarios, y lo hizo citando al ilustre murciano Saavedra Fajardo con su frase «no está la felicidad en vivir, sino en saber vivir»; para concluir con el deseo de que «la universidad nos enseñe a todos a saber vivir».

Y si el ministro citó a Saavedra Fajardo, el presidente de la Comunidad recordó en su intervención a otros dos ilustres murcianos: el conde de Floridablanca, por su espíritu reformista, y a Juan de la Cierva, uno de los líderes de la sociedad que en su día hicieron posible que naciera la Universidad de Murcia por el verdadero impulso de toda la sociedad. «Una de las grandes lecciones de la Universidad es que trabajando unidos somos más fuertes y mejores», afirmó el presidente, que animó a «mirar hacia el futuro con ambición» manteniendo ese espíritu de unidad. No en vano destacó que «el centenario de la Universidad de Murcia nos invita a abrir las páginas de su historia y observar en ellas su contribución al progreso de la Región de Murcia».

«Obsesionados por los ´selfies´»

El rector Orihuela, como anfitrión, también intervino con un discurso en el que lamentó que la jerga académica sea reminiscente de la del mundo empresarial, con una lógica del consumo rápido y reacciones veloces a las fluctuaciones en el mercado y los cambios en la opinión pública. «No se trata de dinero, se trata de libertad», añadió. «Uno encuentra a menudo profesores obsesionados con su citación, administrativos obsesionados con los formularios, cargos académicos obsesionados con la cumplimentación informática de propuestas didácticas y estudiantes obsesionados con el impacto de sus selfies en redes sociales» añadió Orihuela.

«Me pregunto cuál será el destino moral de nuestros estudiantes si solo encuentran profesores arrodillados al dios de la mercadotecnia», afirmó el rector de la UMU, que en esta ocasión rehuyó hablar de problemas económicos. «Ahora sería para mí lo más sencillo y tentador practicar un discurso reivindicativo, describiendo la paupérrima situación financiera de las universidades públicas. No seré seducido por esta pulsión emocional», afirmó, antes de agradecer a consejera de Educación, María Isabel Sánchez Mora, haber podido alcanzar un acuerdo de financiación plurianual «que representa un hito en términos de corresponsabilidad».

La ´gaudeamus´, el himno universitario, más solemne que se ha escuchado en el salón de actos de la facultad de Economía y Empresa puso fin a un acto que será como un hito en la historia de la ya centenaria universidad. «Que siguáis cumpliendo siglos de historia», deseó el rey Felipe. Quizá, dentro de cien años, su discurso de ayer sea reeditado para que los asistentes a la apertura del curso de 2115 puedan recordar sus palabras. Ayer, los invitados tuvieron en sus manos una joya histórica: el discurso que el rector Andrés Baquero pronunció en la apertura del curso de aquel lejano ya 7 de octubre de 1915.