Una vez al mes el Museo de Bellas Artes de Murcia (MUBAM) recibe a enfermos de alzhéimer y a sus familias para desarrollar con ellos una terapia cognitiva centrada en el arte. Los cuadros del museo se convierten ese día en herramientas para estimular los recuerdos y las emociones de estas personas, generalmente ancianos, que en el trabajo con los guías abren su mente a los recuerdos de la infancia, a las sensaciones sobre texturas o la emoción que transmiten ciertos colores. Y todo, con solo mirar un cuadro.

«A mí me gusta mucho, esta es la tercera vez que vengo y me lo paso muy bien, además de que activamos la cabeza», explica con una sonrisa de oreja a oreja después de la 'clase' Gerónima. A ella le diagnosticaron la enfermedad hace tres años; «fue cuando empecé a ponerme así, rara ¿no?», pregunta a su marido, que como el resto de familiares estaba en segunda fila asistiendo a la sesión.

Ella le guiña el ojo y al oído dice: «Si se cree que me va a enterrar, va listo». Ya un poco más en serio, y hablando con su compañero Antonio, Gerónima explica que dos días a la semana va a la Arrixaca a «dar clases» y que estas sesiones en el museo «están muy bien para salir de vez en cuando».

Ayer fue un día especial en el museo porque a la sesión asistieron las consejeras de Sanidad, Encarna Guillén, y de Igualdad de Oportunidades, Violante Tomás, que quisieron conmemorar allí la celebración del Día del Alzhéimer.

Para esta sesión la guía del museo trabajó con los asistentes el cuadro Un día más, del pintor archenero Medina Vera. La imagen recrea el regreso a casa de una familia después de haber estado en el campo recogiendo fruta y haciendo otras labores.

«¿Cuántas personas hay en el cuadro? ¿De dónde creéis que vienen? ¿Es de día?», pregunta la guía del museo, que como otros trabajadores han recibido formación especial para este tipo de clases. Después de la fase descriptiva, llega la emocional... «¿quién ha estado alguna vez en el campo? ¿y alguien montó en burro cuando era joven?».

Los mayores van contestando a las preguntas y se animan a contar sus vivencias. «Yo era impresor, pero trabajé mucho en la huerta», recuerda Juan, el más animado en la clase. Todos los asistentes a estos talleres están en un estadio cuatro -sobre siete- de la enfermedad, es decir, todavía no están demasiado avanzados y la estimulación cognitiva es fundamental.

«Si a un paciente de alzhéimer no lo estimulas, él no hace nada y se estanca», explica Nacho Ortín, el hijo de Juan, que en esta fase de la enfermedad «está feliz y no tiene ningún problema, lo más duro es para la familia», explica su hijo, al que Juan preguntó varias veces de camino al museo cuál era el destino, a pesar de que se lo habían contado varias veces. Sin embargo, al comentar el cuadro contaba sin problemas sus recuerdos de juventud.

Carmen Antúnez, directora de la Unidad de Demencias de la Arrixaca y promotora de este proyecto, explica que si este proyecto tiene buenos resultados es «porque el arte está implícito en nuestro cerebro, es algo innato y por eso estas personas responden de manera tan positiva a la estimulación». La iniciativa nació de un proyecto de investigación desarrollado por el equipo de la doctora Antúnez entre 2009 y 2011. Al acabar, se decidió abrir los museos a esta iniciativa. «Fuimos la primera ciudad, después de Nueva York, en poner en marcha esta terapia», presume, orgullosa de los resultados. Una vez al mes en el MUBAM y en la iglesia museo de San Juan de Dios se celebran estos talleres gratuitos y abiertos a todos. Tan solo hace falta reservar plaza.