El murciano Juan Antonio Balsalobre, coordinador de Cruz Roja, lleva desde los 22 años realizando labores de ayuda al desarrollo en el Tercer Mundo. Ha sido elegido rostro del Año Europeo del Desarrollo y espera que esta distinción, así como el debate sobre los refugiados sirios, sirvan para sacar a la palestra las enormes desigualdades que existen en este mundo. Él las conoce de primera mano.

¿Qué supone para usted, que lleva toda su vida en el mundo de la cooperación, que se elija su ejemplo como muestra de la capacidad solidaria europea?

Creo que es una buena oportunidad de sacar el debate de la ayuda al desarrollo a la palestra, así como de visibilizar el trabajo que realizan muchos cooperantes por todo el planeta. También es una oportunidad para concienciar a la sociedad de que una parte muy importante de la humanidad sufre de unas privaciones materiales importantes, que afectan a sus oportunidades vitales, a su presente y a su futuro.

Usted ha estado en lugares con unas dificultades importantes como Albania, Bolivia o Cuba. ¿Cómo se siente cuando vuelve a España y ve a la gente preocupada por asuntos como el fútbol o la crónica rosa?

Pues que estamos demasiado bien acostumbrados. En ocasiones uno no deja de sorprenderse. Existe una distancia tan grande entre las situaciones que uno ve en su entorno con las que ha conocido en otros lugares que llegas a relativizar los problemas. Lo que te queda es intentar sensibilizar a tu entorno cercano, a las personas que te rodean, a tu familia, tus amigos, etc..., a través de organizaciones como Cruz Roja y Unicef, de las desigualdades de este mundo y de las condiciones de vida que tienen otras personas.

¿Y cómo nos ven a nosotros en el llamado Tercer Mundo?

Hoy en día, en la mayoría de lugares la gente tiene acceso a la información, que muchas veces es sesgada y confusa, por lo que genera una fascinación por una idea del progreso y el desarrollo que muchas veces es exagerada y que les produce un anhelo de salir de sus lugares de procedencia.

La imagen de Aylan, el niño sirio que apareció muerto en una playa, ha removido conciencias y ha puesto el foco en los refugiados sirios. ¿Qué se puede hacer por ellos?

Es verdad que tenemos una crisis de refugiados, pero es una crisis que se inició hace ya unos años. Los refugiados son esa parte olvidada de los conflictos que, de repente, saltan a los medios de comunicación, pero no significa que no estuvieran ahí. Es un fenómeno que no se da exclusivamente en Siria, hay refugiados en Asia, África y América Latina. Es importante que la conciencia de la clase política europea se haya removido. Países de la periferia de Siria llevan un tiempo albergando a numerosos refugiados. No se debe olvidar que hay una legislación que los protege, el derecho al asilo. Otra asignatura pendiente es resolver las causas de los conflictos armados. Hay una diplomacia humanitaria que debe prevenir que esas situaciones se produzcan. No hay que olvidar que esta situaciones son la consecuencia de un conflicto que la diplomacia internacional no ha sido capaz de evitar.

¿Quiere decir que lo mejor que se puede hacer por los refugiados es evitar las guerras?

Evidentemente. Ya le he comentado que los refugiados son la parte olvidada de los conflictos bélicos que en un momento determinado saltan a la esfera pública.

¿Qué es lo que más le ha impactado de su trabajo en estos países con dificultades?

La diversidad cultural y medioambiental que hay en este planeta. Es un patrimonio que deberíamos conservar, pero por desgracia en algunos sitios estos se está perdiendo. Hay una ola de uniformidad en el mundo que es realmente preocupante, porque la diversidad enriquece. También la capacidad del ser humano de sobreponerse a la adversidad, de superar desgracias personales y sociales. Te impacta mucho la fortaleza de la gente.

¿Cómo valora el trabajo que hacen las Administraciones, tanto la regional como la estatal, en ayuda al desarrollo?

Bastante mejorable. En los últimos años hemos visto una caída bastante grande, incluso la desaparición, de la ayuda al desarrollo. Apelamos a que esto, poco a poco, vaya revirtiéndose. Además, la cooperación debe ir acompañada de una coherencia en las políticas. No podemos desarrollar comunidades indígenas y luego fomentar políticas que van en contra de la sostenibilidad de los bosques tropicales. No podemos fomentar el respeto a los derechos humanos y después vender armas a países que no los respetan.