La red de cercanías de Renfe entre Murcia y Alicante perdió otros 300.000 viajeros más el año pasado, en relación con los datos de 2013, un hecho que achacan desde Comisiones Obreras al lastre que supone la ausencia de mejoras en la infraestructura y el servicio en estos trenes.

El informe de cuentas anuales y gestión 2014 de Renfe Viajeros -una de las sociedades en las que se divide la operadora ferroviaria- señala que las tres líneas que componen este núcleo de cercanías sumaron 3.859.000 pasajeros a lo largo del ejercicio, frente a los 4.167.000 del año anterior y los 4.675.000 que se habían contabilizado en 2012. Es decir, en sólo dos años estos servicios han perdido más de 800.000 pasajeros.

La línea de Alicante a Murcia es la principal de este núcleo de cercanías y la que, con diferencia, mueve un mayor número de viajeros. En 2012, último año con datos oficiales desglosados por trayectos, concentró un 65% del total de sus usuarios; al año siguiente, se cifró en un 13% el descenso sólo en este recorrido. Y en esta ocasión, a falta de cifras concretas, puede deducirse que es también donde se ha producido -al menos en términos absolutos- mayor descenso.

El potencial de esta línea es enorme, al unir las dos provincias desde Águilas, pasando por Lorca, Alhama, Librilla y Alcantarilla, hasta Murcia, para continuar dirección a Alicante a través de la Vega Baja y pasanado por otras poblaciones de importancia como Orihuela y Elche. Sin embargo, limitaciones de infraestructura y servicio casi endémicas, dificultan un mayor uso de estos trenes.

En este sentido, y ante la ausencia de inversión para mejorar sus prestaciones, los sindicatos reconocen el protagonismo y la culpa de la crisis económica en este radical descenso del número de viajeros, pero no olvidan recordar «que también ha influido la mala calidad del servicio que se presta», según añade el murciano Antonio del Campo, miembro de Comisiones Obreras.

Y es que la línea se mantiene en vía única y sin electrificar, muy lejos de los actuales sistemas ferroviarios. Aunque la gestión de la circulación y los sistemas de seguridad se encuentran totalmente mecanizados y su capacidad de tráfico no se ve desbordada, esta infraestructura ofrece una imagen de obsolescencia poco atractiva y casi decimonónica de cara a muchos de los usuarios de esta línea Murcia-Alicante.

Pero lo mismo puede decirse de los propios trenes.

Los automotores diésel de esta línea datan del año 1982 y, a pesar de ser uno de los tipos de material móvil que mejores resultados han dado a Renfe a lo largo de los años -y que por eficiencia aún puede quedarle mucha vida útil-, tampoco dan la oportuna imagen de modernidad que exigen por su seguridad algunos viajeros. Viajeros que, además, lamentan el molesto rugir de los motores de estos trenes, que distan mucho de ser silenciosos.

La limitación del servicio es otro factor que frena un mayor uso de este trayecto. Uno de los aspectos en este sentido en los que con cierta frecuencia se hace hincapié es la inexistencia de una conexión con el aeropuerto de El Altet, uno de los más utilizados por los viajeros murcianos, pese a que la línea de tren discurre a sólo unos centenares de metros de la terminal.

También hay que tener en cuenta que, si bien de lunes a viernes la frecuencia de los servicios es optima, los fines de semana se reduce a un trayecto cada dos horas durante gran parte del día. Eso sí, como contrapartida cabe destacar la prestación de servicios especiales -incluso durante la noche- cada vez que hay algún evento destacado, como las Hogueras de Alicante.

Con todo, parece que las circunstancias no ayudan a captar más viajeros, al menos con continuidad. Y es que las cifras parecen dar a entender que se pierden sobre todo pasajeros ocasionales, ya que los ingresos por títulos de transporte ascendieron en 2014 a 7,345 millones de euros, frente a los 7,237 del año anterior. Puede atribuirse este aumento a la venta de abonos multiviaje para usuarios habituales, especialmente trabajadores y universitarios.