Mariano Rajoy, líder del PP, que no es lo mismo que líder popular, parece tenerlo claro. Cerrada la constitución de las nuevas corporaciones locales y autonómicas, no queda tiempo para estar lamiéndose las heridas de los pasados comicios y hay que pensar en las elecciones de otoño. Las generales son ´la Champions´; la madre de todas las convocatorias. A priori, se presentan muy abiertas y con muchas incidencias que podrían influir en los resultados en la composición del futuro Gobierno nacional de enero.

Hasta ahora las generales en esta Región ha sido cosa de dos, en la década de los ochenta y primeros de los noventa fue un granero socialista, después pasó a ser un feudo casi insultante del PP.

Hace cuatro años en Murcia los populares obtuvieron ocho de los diez diputados a elegir. El PP consiguió 471.000 votos; el PSOE, 153.000; UPyD, 45.000 e IU, 41.000. Un resultado sin precedentes. El décimo escaño, conseguido por María Dolores Bolarín se cotizó por encima de los cincuenta y ocho mil votos.

Ahora una extrapolación simple de las pasadas autonómicas apuntaría a cinco diputados para el PP, tres para el PSOE, uno para Podemos y otro para Ciudadanos, con el décimo escaño porfiándose en torno a los cincuenta mil votos. Al desplome del techo popular se ha sumado el estancamiento en el sótano de los socialistas con la presencia de dos fuerzas políticas emergentes que han roto los esquemas tradicionales del bipartidismo: Podemos y Ciudadanos, con posibilidades para ambos de hasta conseguir un segundo diputado en el Congreso, porque la «extrapolación simple» admite matices y variables.

Ciudadanos, con casi ochenta mil votos en los pasados comicios estaría en la situación más débil para obtener el segundo escaño, pero si suman los restos de UPyD y otras opciones centristas como los cantonales cartageneros podrían superar la barrera de los cien mil apoyos. Esta fuerza política ha ganado mucha consistencia y prestigio al marcar la agenda política regional en la constitución de los ayuntamientos y de la Asamblea Regional. Ha obligado a los populares a aceptar una profunda regeneración democrática y ha impuesto duras condiciones, a la vez que se ha mostrado dialogante con el resto de los partidos y gran negociador.

Podemos, con 83.000 votos, en las generales comparece con su marca original, lo que le evitará los líos de esa sopa de letra de las municipales. La caída y la crisis interna de IU, que obtuvo más de treinta mil sufragios en las autonómicas, puede reforzar considerablemente su número de votos acercándose al PSOE y consolidar el segundo diputado. Tiene la rémora de los problemas internos y la posible división de voto por la nueva opción liderada por IU de Ahora en Común.

Los socialistas de González Tovar han sido los otros grandes protagonistas. Con unos pobres resultados en las urnas han sabido colocarse como la principal fuerza municipal, con cerca de 25 ayuntamientos. A priori, en las generales de otoño aspiran a conseguir un tercer diputado, claro que para ello tendrían que aumentar apoyos. En las autonómicas han perdido dos mil votos respecto a las pasadas generales y en Murcia y Cartagena sufren una debilidad alarmante.

El panorama en el PP es totalmente inverso al de hace cuatro años. En la Región la sangría de votos municipales y autonómicos ha sido de casi el 50% sobre las generales. Motivar e incentivar a un 60% de su electorado fiel no parece tarea fácil para Pedro Antonio Sánchez, que va a estar entretenido estos meses con el severo control de la oposición en la Asamblea y las actividades de las comisiones de investigación. Recuperar a los miles de votantes que les han dado la espalda parece una tarea imposible, por lo que perder tres escaños sería hasta una victoria.

La extrapolación simple de las autonómicas dejaría los resultados antes mencionados: cinco para el PP, tres para el PSOE, uno para Podemos y otro para Ciudadanos. El décimo escaño sería el quinto de los populares con 47.000 votos, y el noveno, el tercero del PSOE con 50.400.

Podemos necesitaría aumentar su respaldo en sólo doce mil votos, para conseguir su diputado número dos, que se lo quitaría al PP y con otros ocho mil más se situaría en 103.000 por encima del tercero del PSOE. A Ciudadanos conseguir su segundo le supone un incremento de 23.000 votos, lo que tampoco es descartable.

Si se dan estas dos variables el reparto de la tarta regional para el Congreso en los próximos comicios generales podría quedar con cuatro diputados para el PP, la mitad de los actuales; dos para el PSOE, y los mismos para Podemos y Ciudadanos.