­El obispado, con un comunicado, respondía este martes a una madre que revolucionó las redes sociales con su denuncia en la que explicaba que el sacerdote que impartió la Primera Comunión a su hijo, en la parroquia de Los Dolores de Cartagena, envió a los padres de los niños una carta en la que les recordaba que los progenitores divorciados no podrían comulgar. El obispado recuerda que el Catecismo de la Iglesia Católica en el número 1650 dice: «Si los divorciados se vuelven a casar civilmente, se ponen en una situación que contradice objetivamente la ley de Dios. Por lo cual no pueden acceder a la comunión eucarística mientras persista esta situación?».

No obstante, fuentes del obispado afirman que el Catecismo recuerda que «respecto a los cristianos que viven esta situación y que con frecuencia conservan la fe y desean educar cristianamente a sus hijos, los sacerdotes y toda la comunidad deben dar pruebas de una atenta solicitud, a fin de que aquellos no se consideren separados de la Iglesia, de cuya vida pueden y deben participar en cuanto bautizados» que son.

Por otro lado, la madre también reprochaba que su condición de divorciada no fuera impedimento para que el sacerdote le solicitara una limosna. Con respecto a esto, la Iglesia «ha invitado siempre a los cristianos a sostener sus actividades, pero respetando en todo momento la libertad de los hijos de Dios y las posibilidades de cada persona», apuntan desde la Diócesis.

La parroquia Nuestra Señora de los Dolores de Cartagena celebró comuniones este pasado domingo y su párroco, José Antonio Moreno, días antes del gran día de los pequeños mandó una circular a los padres en la que, además de informaciones prácticas, había un mensaje muy claro para padres divorciados: «Cada día existen entre nosotros más familias y matrimonios rotos, irregulares a los ojos de la Iglesia. Os recuerdo que no se puede recibir la Comunión en algunos casos (´parejas de hecho´, divorciados y vueltos a casar civilmente)».

Este punto de la misiva indignó especialmente a Ángela Conesa, madre de uno de los niños. «Estoy divorciada y me di totalmente por aludida. Me sentó muy mal porque yo soy católica y no me parece bien esa forma de dirigirse», explicaba Ángela ayer a esta redacción. Ella admite que si la ´prohibición´ le ha sentado mal, casi peor ha sido que en el punto siguiente de la carta el sacerdote explicara que los padres recibirían un sobre para hacer un donativo en el que les pedía que fueran «generosos». «Me pareció muy hipócrita, yo no puedo comulgar, pero mi dinero sí les vale», se quejaba Conesa, que decidió contestar, también por escrito al sacerdote, con quien no ha hablado personalmente. Su carta es muy clara: «Dado que mi persona y/o situación es ´irregular´ a los ojos de la Iglesia y, por ello, se me prohíbe recibir la Comunión en un día tan especial para la familia, doy por hecho que mi dinero también será considerado de igual manera y , como tal, no será aceptado. Así que como buena católica que soy, desde hoy simple cristiana, acato las normas y no contribuiré con donativo».

Para ella la carta fue suficiente y no se levantó el domingo a recibir la comunión, «no quería provocar un momento incómodo en un día así para mi hijo, así que decidí no levantarme».

Para sobrellevar mejor su enfado, Ángela decidió publicar en Facebook lo ocurrido con las fotografías de las dos cartas. Las hizo públicas el domingo y ayer por la noche ya habían compartido su historia más de 65.000 personas y más de 77.000 habían apoyado su indignación pulsando el botó de ´me gusta´.

«La verdad es que lo hice porque me salió así, porque quería compartirlo con mis amigos y familia, la verdad es que no me esperaba en absoluto esta reacción», aseguraba la cartagenera bastante abrumada por todo lo ocurrido en las últimas horas, aunque satisfecha por el hecho de que se haber abierto un debate.

Una vez pasada la primera indignación, el sentimiento que esta madre expresa es el de decepción. Fue educada como católica, se casó por la Iglesia y sus hijos han sido bautizados. Ahora confiesa que cree que se apartará de una Iglesia que también la ha apartado a ella. «No me he gustado la hipocresía que he visto», lamentaba.

LA OPINIÓN trató ayer, sin éxito, hablar con el párroco y con el obispado de Cartagena para poder recoger sus explicaciones.