«¡Ha sido un milagro!». Esta exclamación la lanzaba ayer una señora sorprendida de que nadie resultara herido a pesar de los cuantiosos y graves destrozos causados por el tremendo vendaval que azotó al municipio de Cartagena desde la noche del domingo hasta ayer a mediodía.

Y es que, aunque el fuerte viento recorrió toda la Región, la ciudad portuaria fue con gran diferencia la que más sufrió sus consecuencia. De hecho, de las casi trescientas llamadas que se recibieron en el servicio de emergencias del 112 a lo largo de la madrugada y durante la mañana, una abrumadora mayoría procedían de la ciudad. Las rachas de viento superaron los cien kilómetros por hora, aunque las más fuerte se registró en Zarcilla de Ramos, donde se llegó a los 116 kilómetros.

Colegios cerrados, buques sin poder entrar o salir del puerto, la flota pesquera amarrada, muros derribados, techos arrancados, escaparates de tiendas y ventanas hechos trizas, coches volcados por el viento, cascotes de fachadas desprendidos, continuos cortes de luz, cortes de agua por rotura de tuberías, más de un centenar de árboles y de carteles publicitarios por los suelos y contenedores de basuras arrastrados sin control son algunas de las numerosas incidencias que obligaron a los bomberos y a los voluntarios de Protección Civil de toda la Región y, especialmente, a los de Cartagena a emplearse a fondo para evitar males mayores.

Resultaba dantesco contemplar el aulario de infantil del colegio San Francisco Javier, en el cartagenero barrio de Los Barreros, donde el viento arrancó literalmente el techo de chapa y transformó el lugar por el que deberían corretear 85 niños de entre 3 y 7 años en un montón de escombros impracticable. El director del centro, Ginés Olivares, aclaró que sólo se suspendieron las clases en infantil y que el edificio de Primaria es independiente y se están dando las clases sin ningún riesgo para los alumnos. «Los padres pueden estar tranquilos», subrayó. Por su parte, la concejala de Educación de Cartagena, Josefa Maroto, informó de que los escolares se reubicarán en otras aulas del centro que están vacías y que la Comunidad ha declarado como obras de emergencia la reparación de la cubierta del aulario. Los del San Francisco Javier no fueron los únicos niños que no fueron a clase a causa del viento. La dirección del colegio Miralmonte, en el polígono de Santa Ana, con 550 estudiantes, decidió suspenderlas por la tarde «por precaución».

El vendaval también obligó a una familia de Barrio Peral a abandonar su casa, ya que arrancó el techo de su antigua vivienda con ellos en el interior, aunque no hubo daños personales. Y derribó una antena de alta tensión cerca de la rambla de Benipila. El viento también golpeó con fuerza al resto del litoral y a los pueblos de la comarca. En San Javier, derribo un muro de 30 metros, y en La Manga arrasó con escaparates y carteles de numerosas tiendas y oficinas.

Vallas ´humanas´ y contenedores sin recoger la basura para que pesen más

Los bomberos, la Policía Local y los voluntarios de Protección Civil trabajaron sin descanso durante toda la jornada de ayer y tuvieron que adoptar medidas extraordinarias. Una de ellas fue la de formar vallas humanas para cortar las calles al tráfico en donde había obstáculos, ya que las vallas de plástico se las llevaba el viento. Y otra de las medidas que se adoptaron fue no recoger la basura para que los contenedores pesaran más. Aun así, muchos fueron arrastrados por el vendaval.