El día 6 de junio de 2013 se conmemoró el 50 aniversario de la inauguración del complejo hidráulico Cenajo-Camarillas, según reza la lápida situada en la coronación de la presa del Cenajo: Este embalse del Cenajo lo mandó construir Francisco Franco, Caudillo de España. Dominó con él las aguas turbulentas del río Segura para que fecundizaran apaciblemente unas tierras ubérrimas. Redimió a los hombres que las trabajaban del milenario temor de las inundaciones y la sequía. Con su presencia se inauguró, el día 6 de junio de 1963.

La lápida de conmemoración

Esta es una importante efeméride para la regularización de la cuenca del Segura, formada por el sistema hidráulico de estos dos embalses: el Cenajo sobre el río Segura, entre los términos municipales de Moratalla y Hellín; y el de Camarillas sobre el río Mundo, también en el término municipal de Hellín. Tenían una capacidad inicial de 472 y 38 hectómetros cúbicos, respectivamente. Hoy tienen 437 y 36, siendo el Cenajo el de mayor capacidad de la cuenca del Segura.

Según la memoria histórica, el anteproyecto del pantano del Cenajo fue redactado por el ingeniero de Caminos Pablo Quilez Araque, en el año 1928. Posteriormente, el 29 de mayo de 1930, fue aprobado el anteproyecto a efectos de información pública. El día 21 de septiembre de 1943 se adjudican las obras de desvío, desagüe de fondo y ataguías del pantano a la empresa Sanromán.

Más tarde, el día 16 de diciembre de 1946, se verificó la apertura de pliegos para la construcción de la presa, siendo adjudicadas en el mes de febrero de 1947 a la empresa Construcciones Civiles S.A. (Coviles), por la cantidad de 62.055.010 pesetas. El ingeniero autor del proyecto y director de las obras fue Rafael Couchoud Sebastiá, conocido como 'Padre del Cenajo'. El sitio del emplazamiento de la presa es el Estrecho de la Herradura, en el lugar que ocupaba una pequeña presa de derivación para los riegos de aquellos sotos, llamada Zenajo, al pie del pico del Halcón.

El ingeniero Rafael Couchoud

El domingo 27 de junio de 1948, el obispo de la diócesis de Murcia-Cartagena, Miguel de los Santos Díaz y Gómara, bendijo las obras del comienzo de la presa, que se terminó en el año 1960. El importe total ascendió a la suma de 446.399.090 pesetas. Para la construcción de la presa se emplearon unos 500.000 metros cúbicos de hormigón.

El pantano del Camarillas, situado a la entrada del impresionante cañón cárstico de los Almadenes del Mundo, debe su anteproyecto al ingeniero Vicente González Jiménez. Fue redactado el día 4 de marzo de 1929 y aprobado por Real Decreto de 28 de enero de 1930. El proyecto fue del ingeniero Donato Paredes Granados. El 19 de marzo de 1932, el presidente de la República, Niceto Alcalá Zamora, inauguró el comienzo de las obras de la presa de Camarillas, quedando paralizadas en 1935, cuando estaban concluidos los cimientos de la presa y el aliviadero de superficie, cuyas dificultades técnicas originaron la paralización.

Posteriormente, y según proyecto del ingeniero Emiliano Sáizar Irarzábal, se adjudicaron las obras el día 1 de mayo de 1953, reemprendiéndose en ese mismo año y terminándose en 1960. La empresa constructora, al igual que el Cenajo, fue Coviles. El importe total ascendió a la suma de 96.254.949 pesetas, empleándose un volumen de hormigón de 6.420 metros cúbicos, cantidad insignificante para una presa de 48,5 metros de altura.

En cuanto a los actos de la inauguración del 6 de junio de 1963, se iniciaron el día anterior por la noche, con un espectáculo de luz y sonido que se celebró ante el jefe del Estado, acompañado de los ministros de Obras Públicas, señor Vigón; de Agricultura, señor Cánovas; de Industria, señor López Bravo; y de Marina, señor Nieto Antúnez, así como otras altas personalidades de Albacete, Alicante y Murcia.

El auto denominado El río emplazado se basaba en una idea de Rafael Couchoud, apoyada en la antigua Ley de Aguas; fue escrito por Jaime Valle-Inclán -hijo de Ramón-, con escenificación del ingeniero José Torán, y simbolizaba la unión de huerta técnica y agua: usuarios, presa y embalse. Era una representación con luz y sonido de la lucha del agua torrencial y salvaje dominada al fin por la presa racionalizadora de su fuerza. Al mismo tiempo, se abrían las compuertas del aliviadero de coronación de la presa, toda iluminada, vertiendo sobre ella una lámina de agua de unos 50 centímetros, continuándose con la apertura de las válvulas de desagüe del embalse, formando una cascada que relucía en su caída; todo ello acompañado por fuegos artificiales lanzados desde la coronación de la presa.

La presa se ilumina

Como anécdotas, cabe citar que el nivel especial de entarimado para presenciar el anteriormente mencionado acto permitió al jefe del Estado que sus codos se apoyasen en el pretil del puente. Otra mucho más importante, por la trascendencia que supondría para esta cuenca, fue la que se produjo por la noche, cuando en el salón de descanso de la Casa de Administración del Cenajo había preparados unos planos, anticipo de la planificación de las obras necesarias para corregir el desequilibrio de los recursos hidráulicos intercuencas. Era una exposición realizada por el director general, el señor Briones, pasando a continuación el señor Couchoud a presentar la exposición técnica del trasvase del Tajo al Segura. Allí se comenzó a ordenar su anteproyecto, debatido y surgido durante la inauguración del Cenajo. Esta fue la primera vez y única que Francisco Franco pernoctaba en una obra de la cuenca del Segura. Al día siguiente inauguró primeramente el embalse del Camarillas en un sencillo acto, siendo bendecido por el obispo de Albacete, Arturo Tabera Araoz. Se descubrió una placa y el jefe del Estado accionó los mandos, dando salida al agua a través de sus compuertas.

Seguidamente se trasladó de nuevo al Cenajo, procediendo a su inauguración, con el descubrimiento de la antedicha lápida. La bendición corrió a cargo del obispo de la diócesis de Murcia-Cartagena, Ramón Sanahuja Marcé. Posteriormente, en el campo de deportes del Cenajo y ante unas 15.000 personas venidas de las vegas del Segura, pronunciaron sendos discursos el jefe del Estado y Luciano de la Calzada, delegado del Gobierno en la Confederación Hidrográfica del Segura. También, y actuando de 'alcalde perráneo', José Ros pronunció unas palabras en panocho en las que dijo: "Estos pantanos son como unas grandes tinajas huertanas que en las horas de sequía calman la sed de las tierras". Luego le entregó a Franco una caracola marina que representaba la voz de alarma ante las riadas.

Como conclusión, se reproducen las palabras que pronunció el conde Vallellano, por entonces ministro de Obras Públicas, al visitar en el año 1953 las obras del Cenajo: "Debía ser campo o universidad abierta a todos los regantes de la huerta del Segura, ya que todos los interesados de la cuenca deben conocerlo y defenderlo con su cariño y con su popularización".

* Mariano Pelegrín es ingeniero técnico de Minas y escritor, así como funcionario de la CHS. Autor del libro 'Historia de los embalses del Cenajo y Camarillas y su medio natural'.