Hace tres años, casi cuatro, la televisión autonómica 7RM emitía semanalmente El Tiempo Vivido. Yo dirigía el programa que presentaba Oché Cortés e interpretaba la secuencia de Pepe, el Barbero. Nos lo pasábamos bien. En el formato dedicado a la nostalgia había una sección musical cuya coordinación y producción -no podía ser de otra manera- corría a cargo de la sabiduría en el tema de Oché. Me divertía comprobar en cada emisión la sorpresa que nos guardaba; actuaciones de aquellos artistas que protagonizaron los movimientos musicales de los años 60 o 70, en nuestro plató, tratando de recordar aquellos éxitos de masas.

Y un día de aquellos que grabábamos el invitado era Tony Ronald, que acaba de moriren Barcelona. Se llamaba Siegfried Andre Den Boer Krane y era nacido en Holanda, en la población de Arnhem, tenía 72 años. Llegó brindando la alegría rockera, ye-yé, pop-pera que le era propia desde los años en los que se trasladó a España. Estaba divertido de encontrarse en la televisión. Y nosotros de rebobinar los sentimientos de nuestras propias vidas y vivencias.

Tony Ronald formó grupos de mucho éxito. El Ronald Group -creo recordar que se llamaba así- o el Kroner's Dúo, por ejemplo, y situó en las listas de éxitos y superventas muchos títulos interpretados por él, por ellos o por otros con producciones suyas. Marcó una época muy lúcida de la música que ahora sirve de inspiración. La noticia viene a contradecir la afirmación de que los viejos rockeros nunca mueren; si acaso lo que sobrevive a ellos mismos son sus canciones. Que ya es bastante en el contexto del olvido tan frecuente.

Tony Ronald cantó, en El Tiempo Vivido, Melodía encadenada, con la banda del programa Sesión Golfa, llevándonos a unos años atrás que recordamos formidables. Y para cerrar la edición respondió a las preguntas del presentador y con Oché Cortés, a dúo, cantó su mayor éxito: ¡Help! ¡Ayúdame! Momentos mágicos ya irrepetibles.

En internet, en Youtube, se pueden visionar las dos actuaciones que hacen del pasado muy próximo un tiempo vivido ya sin retorno, como son todas las emociones verdaderas. Cuántas cosas ocurren en tan poco tiempo, qué trabajo da la melancólica sensación de pérdida. Nos despedimos de Tony Ronald aquel día y estoy seguro al afirmar que nadie pensó, allí en el plató, que era un adiós definitivo.