Dieciséis años han pasado desde que María -nombre ficticio-, denunció a su novio por haberla retenido de forma ilegal durante un fin de semana y de haberla agredido hasta romperle tres costillas. Era el año 1996, y la joven de 26 años interpuso una denuncia contra su novio, un reputado abogado. Desde entonces lleva María esperando que se celebre el juicio y, si no hay cambios inesperados, la denunciante podrá ver sentada en el banquillo de los acusados a su expareja el próximo 9 de noviembre, en el Juzgado de lo Penal 3 de Cartagena.

María, que ya tiene 42 años, aún recuerda el fin de semana que la dejó traumatizada durante una década. Como solía hacer habitualmente, la joven se fue a pasar el fin de semana a la casa que los padres de su novio tenían en San Javier, en una playa de La Manga. Cuando llegaron allí, ambos comenzaron a discutir y ella, al ver que iba subiendo el tono, decidió marcharse. Según consta en la denuncia, el novio de María no la dejó irse de la vivienda y llegó a quitarle el dinero y a arrancar el teléfono del portero automático para que no pudiera avisar a ningún viandante de lo que estaba ocurriendo dentro del piso. Según la versión de la denunciante, el chico la agredió dejándola con múltiples heridas.

Así, el joven decidió llevarla al centro sanitario de San Javier, donde la remitieron al hospital Virgen del Rosell de Cartagena. Pero no la trasladó, según consta en la denuncia, donde María asegura que su novio no quiso ir al hospital hasta el lunes. Al examinarla, el médico le indicó que tenía tres costillas rotas, policontusiones e insuficiencia respiratoria. Un cuadro grave, que ella justificó diciendo que se había caído de la bicicleta por unas escaleras. Días después, María se atrevió a denunciar a su novio. Entonces comenzó la batalla judicial, que se ha prolongado 16 años.

El caso pasó del juzgado de San Javier a Cartagena y el imputado, que es letrado, ha presentado numerosos recursos hasta la fecha. Además, como cuando se denunciaron los hechos aún no existía la ley de violencia de género, se aplica la anterior normativa, por lo que solo sería condenado por lesiones. El fiscal, a diferencia de la acusación particular, rechaza que se produjera una retención ilegal y lo acusa de cometer un delito de lesiones, por lo que le pide un año de cárcel y una indemnización de 1.502,53 euros por las lesiones sufridas, puesto que no se han estimado los perjuicios psicológicos.

El acusado alegó al declarar hace años que ella había sido la que le pegó a él con el mango de la ducha.