La Guardia Civil ha abierto una investigación para tratar de esclarecer la muerte del joven Fernando Herrera, de 20 años de edad y nacionalidad ecuatoriana, que fue apuñalado en la madrugada de ayer en su propio domicilio, ubicado en la calle capitán Cortés de Torre Pacheco.

La madre de la víctima, Nelly, encontró el cuerpo sin vida de su hijo, pasadas las seis de la mañana y de inmediato avisó al Centro de Coordinación de Emergencias.

Al lugar de los hechos acudió una UME, cuyos sanitarios no pudieron hacer nada por salvar la vida de la víctima, que ya estaba fallecida, y efectivos de la Guardia Civil que acordonaron la calle donde se ubica la vivienda de la familia, en un barrio obrero de casas de planta baja, en el centro de Torre Pacheco.

Pasadas las dos de la tarde, la Policía Judicial abandonó el lugar de los hechos, tras inspeccionar a fondo la vivienda. Los vecinos, la mayoría inmigrantes, manifestaron que no se habían enterado de nada, ya que el asesinato ocurrió pasadas las tres de la madrugada.

Al parecer, el joven había salido con unos amigos y antes de volver a su casa, había dejado el coche en casa de su novia y no había rastro de sangre en el exterior de la vivienda. La madre, el padrastro y los dos hermanos de la víctima, Marcela y Paúl, estuvieron declarando en el cuartel de la Guardia Civil de Torre Pacheco durante toda la mañana de ayer.

Allí también se trasladó su amigo Paúl Vaca, un joven ecuatoriano que reside en Valencia, que había sido avisado por el hermano de la víctima. Muy impresionado por el suceso, manifestó a LA OPINIÓN que "nos conocemos todos desde chiquitos, somos de Pujili, un pueblito de la sierra, perteneciente a la provincia de Angamarca, a una hora de Quito". Hace unos siete años que la familia, compuesta por la madre, los tres hijos y el padrastro (el padre murió hace unos años) emigró a España.

La madre trabajaba en la agricultura y Fernando estaba contento "porque había encontrado trabajo en un bar, así me lo dijo ayer cuando nos comunicamos en el Facebook", afirmó Paúl, que se fundió en un largo abrazo con el hermano de la víctima cuando se encontraron en el cuartel. Tanto los amigos como los vecinos lo califican de "un chico estupendo, muy buena persona y muy cariñoso".

Según Paúl, "ni bebía alcohol ni se metía en peleas" y recordó emocionado que "en Ecuador lo llamábamos el chico ´increíble´ porque se parecía a uno de los personajes de los dibujos animados". La Policía continuó el día de ayer investigando las causas de la muerte de este joven, sin que, al cierre de esta edición, se tuviera constancia de los sucedido en Torre Pacheco.