El expresidente de la Generalitat Jordi Pujol asegura, en el último volumen de sus memorias, que continúa pensando que el Plan Hidrológico Nacional (PHN) del Gobierno de José María Aznar habría podido ser «beneficioso» también para Cataluña. Pujol cuenta que daba por hecho que un día u otro «se desviaría agua a Murcia y Valencia» y afirma que vio «el cielo abierto», ante la posibilidad de obtener compensaciones para la comarca de las Tierras del Ebro, que está situada en la desembocadura del río.

«El PHN que presentaba el PP hizo despertar en mí el reflejo de la solidaridad con Castellón, Valencia, Alicante, Murcia y Almería», afirma.

En su tercer volumen de recuerdos, titulado ´Memòries. De la bonança a un repte nou (1993-2011)´ (´Memorias. De la bonanza a un reto nuevo´) y editado por Proa, Pujol evoca el problema de la falta de agua, solucionado en algunas comarcas tarraconenses gracias a un minitrasvase del Ebro pero que seguía afectando a muchas partes de Cataluña.

Cuando en el año 2000 el entonces ministro de Medio Ambiente, Jaume Matas, le sugirió un gran trasvase del Ebro, vislumbró una posible solución al problema: «Vi el cielo abierto».

Convencido de que su Govern no podía «renunciar» al plan que se le ofrecía, Pujol de hecho ya «había previsto que un día u otro una parte del caudal del Ebro sería desviado hacia Valencia y Murcia», por lo que se abrió a negociar con el Gobierno del PP para que las Tierras del Ebro «obtuviesen compensaciones».

Creía que el PHN «podría no sólo resolver definitivamente el problema del agua en las cuencas internas de Cataluña, sino también dar un empujón al desarrollo de las Tierras del Ebro». «Pero no supimos calibrar la reacción contraria que el plan provocaría. No fue un error técnico. Fue un error político y psicológico», reflexiona el expresidente catalán en su libro. El PHN desató «grandes protestas, algunas con un punto de violencia», pero Pujol insiste: «Continúo pensando que podía haber sido beneficioso para todos, pero quedó muy claro que chocaba con la sensibilidad de la gente del Ebro, y de rebote, con la de muchos sectores de Cataluña».

«Nos podíamos haber equivocado, pero queríamos de veras ayudar a progresar a aquellas comarcas», asegura Pujol, quien reconoce que ese episodio causó cierto «desgaste» a CiU y se pregunta si no pecó de «candidez» política al creer que «además de resolver el problema del agua en Cataluña, podríamos resolver el del litoral mediterráneo.