Algo más de doscientos cincuenta alumnos de la Universidad de Murcia de los que comenzaron hace años a estudiar una licenciatura o una diplomatura acabarán teniendo un título de grado; los nuevos estudios que han surgido por la llegada de la convergencia europea, el conocido como proceso de Bolonia. Son los primeros estudiantes a los que ha afectado la extinción de los planes de estudios antiguos. Cada uno de los casos es diferente, pero todos tienen en común que tenían asignaturas de primero suspensas, en algunos casos varias. Tras dos años de transición en los que han podido presentarse a exámenes, este curso ya no han podido matricularse.

En torno a quinientos estudiantes solicitaron en septiembre una convocatoria de gracia, es decir, la oportunidad de hacer un último exámen. Son alumnos de cuarto o quinto curso, en el caso de las licenciaturas, y de tercero en el de las diplomaturas, que se resistían a tener que adaptarse a lo nuevos grados para conseguir el título. Tras un estudio detallado de cada expediente, la UMU ha concedido a algo más de la mitad de ellos la gracia. El resto, que se sienten perjudicados por la decisión, tienen que convalidar sus asignaturas aprobadas con los planes de estudios de Bolonia, lo que en algunos casos les supondrá más tiempo de permanencia en la Universidad. Muchos de ellos presentaron sus quejas al defensor del Universitario.

«Hemos revisado uno por uno todos los casos y hemos sido muy generosos; mucho más de lo que en principio nos habíamos propuesto, pero había alumnos que tenían varias de primero, pero también de segundo y de tercero y no era realista que pudieran acogerse a esta convocatoria de gracia», explicó a LA OPINIÓN la vicerrectora de Estudios, Concepción Palacios, que es quien se ha encargado del proceso. Adaptarse de una licenciatura o diplomatura a un grado supone, por ejemplo, tener que cursar asignaturas que antes no estaban en el plan de estudios. En el caso de los alumnos de diplomaturas, que tienen una duración de tres años, supone alargar sus estudios. Pero el principal problema es que los planes de Bolonia implican un sistema de evaluación al que no están acostumbrados y «los alumnos le tienen miedo por la presencialidad, las prácticas y la evaluación continua, aunque muchos se han dado cuenta de que la mejor opción para ellos era adaptarse. En el caso de las licenciaturas, algunos incluso tenían que hacer menos créditos en el grado de los que les quedaban en el plan antiguo», apunta Palacios.

Derecho y Enfermería son las carreras en las que ha habido un mayor número de solicitudes.

Una de las razones por las que el rectorado asegura que ha sido generoso es porque no conceder la convocatoria de gracia supone engordar el número de alumnos de las clases en los grados; muchas de las cuales se encuentran más masificadas de lo que sería recomendable según la filosofía de Bolonia, que establece que debe haber grupos reducidos para favorecer un trabajo más directo con el alumno. Sin embargo, la situación económica impide que esto pueda ser una realidad en muchas titulaciones. Grupos más pequeños significan más profesores, y no hay dinero. Una de las opciones podría ser reducir el número de plazas de alumnos; un supuesto que la Universidad de Murcia ni se plantea; en especial en un momento como el actual en el que la crisis económica lleva a mucha gente a querer estudiar. Este curso, la UMU ha cubierto el cien por cien de sus plazas en todas las carreras.