El sacerdote Gaspar Fernández Mondéjar, quien fue durante casi medio siglo párroco de Nuestra Señora de la Paz de Murcia, se jubiló hace poco. Pero ni mucho menos vive retirado, sino que continúa con al pie del cañón junto a Cáritas para ayudar a los que más lo necesitan en el barrio de La Paz. Desafortunadamente, cada día hay más gente que precisa de sus servicios en esta crisis, la peor que el cura ha conocido. Esta tarde recibe el premio Solidario Anónimo 2011, que conceden la Universidad de Murcia y la Plataforma del Voluntariado de la Región.

Imagino que alguien como usted, solidario por vocación y naturaleza, no busca los premios. ¿Pero qué supone para usted recibir el Solidario Anónimo?

Efectivamente, como dice usted, no nos movemos por el reconocimiento público. La ilusión principal de recibir el Solidario Anónimo es que se va a hacer visible de nuevo el barrio murciano de La Paz y los problemas que tiene. El premio me alegra en el sentido de que puede repercutir positivamente en el barrio que está muy necesitado, cada vez más, de estima y preocupación.

¿Cómo está el barrio ahora?

Muy necesitado. He conocido muchas etapas difíciles, pero esta es la peor de todas. La situación actual ha sido consecuencia del engaño constante que han sufrido los vecinos del barrio. Les han estado prometiendo durante muchos años una renovación del barrio, con grandes cifras y arquitectos prestigiosos internacionalmente reconocidos, así como unas viviendas más grandes a cambio de las que tienen y todo ha sido promesas, pasan los años y no se hace nada. Los vecinos de La Paz creyeron con muy buena fe las promesas que se le hicieron, pues estaban movidos por la legítima aspiración de tener una vivienda mejor. Pero van pasando los años y aquí no aparece nadie. Todo ha estado desde el principio en las manos de los especuladores.

Se refiere usted al proyecto de López Rejas, paralizado ahora tras el fin del ‘boom inmobiliario’. Pero muchos vecinos confiaron en él e iban de la mano del constructor. ¿Cómo está ahora esa gente?

Pues hay muchísima gente que está en una depresión. Con un desencanto muy grande. Se le prometió la renovación del barrio como una realidad, y después de tantas y tantas fotografías, de tantas y tantas asambleas, ven que a la hora de la verdad no hay nada. Están igual que siempre. Incluso peor, porque la única obra que se realizó López Rejas fue el derribo del edificio de la guardería. Querían demostrar que iban en serio y desalojaron a los niños. Y hoy el solar sigue igual. No se ha hecho nada. Y los niños están en unos barracones, sin guardería. Los que tomaron el protagonismo en el apoyo al proyecto siguen insistiendo en que se va a realizar. Pero cada vez hay más gente que se ha dado cuenta del engaño.

¿Cómo puede ayudar el mensaje de Cristo en estos años de tantas dificultades para tantas personas?

Desde luego, no con sermones en púlpitos y palabras. El mensaje de Cristo está en aquellas personas voluntarias que se entera de los problemas de la gente y trata de encontrarles soluciones desinteresadamente. Está en el trabajo de Cruz Roja y Cáritas. Está en las personas que ayudan a los demás. Está en los jóvenes del Movimiento 15-M de aquí de La Paz, que semanalmente se reúnen y están muy centrados en los vecinos que sufren cortes de luz y agua, así como los desahucios. Está en la gente que lucha para que se cumplan las leyes y la gente viva con dignidad.

¿Presta la Iglesia suficiente auxilio social?

No es la responsable principal. La responsabilidad central recae en las administraciones, que son quienes reciben los impuestos de los ciudadanos y los gestionan. La Iglesia puede y debe ayudar. Pero antes que caridad debe estar siempre la justicia.

¿Somos los murcianos suficientemente solidarios?

En algunos casos sí. He estado esta mañana (ayer para el lector) en una reunión celebrada en La Alberca donde se ha pedido una colecta para solucionar un problema particular. Y se ha recogido casi 10.000 euros. Da mucha satisfacción. Hay mucha gente muy buena y muy justa.