Como cada año –desde 2005– hoy se conmemora el día mundial en recuerdo y homenaje a todas esas personas que dejaron su vida en la carretera. La Asamblea General de las Naciones Unidas fijó este acontecimiento para el tercer domingo del mes de noviembre (este año el 20N, aunque se celebra el 27N para que no quede oculto por las Elecciones Generales). Son las víctimas de los mal llamados accidentes de tráfico o ´tránsito´, como suelen decir en Sudamérica. Mal llamados accidentes porque en realidad son siniestros viales, desgracias que se pueden evitar si todos ponemos más de nuestra parte. Los conductores prestando más atención y respetando al máximo las normas de circulación y la Administración dotando a las carreteras de todas las medidas de seguridad para evitar que una deficiencia en la infraestructura viaria sea la causante de la muerte de estas personas.

Las recordamos hoy porque no nos pueden acompañar y son sus familiares los que tienen el legado de continuar la lucha, inmersos en su tristeza, pero sacando valor para que otras personas se conciencien y no caigan en la misma trampa mortal.

No creo que sea necesario un día en especial para recordarles, porque el luto se lleva dentro, durante todo el año, ya que todos los días mueren víctimas en la carretera y otras quedan en silla de ruedas de por vida, pero es una forma muy admirable de hacerse oír y de concienciar.

Flor Zapata, que perdió a su hija Helena –a la que recuerda en el blog ´Quiero conducir, quiero vivir´,– y Esther Rincón, madre del fallecido Juan –que perdió la vida en un punto negro y que obtuvo un premio ´Ponle freno´ por su coraje–, son un claro ejemplo de lucha diaria. Miles de madres y padres siguen su línea, la mayoría en silencio. Como ya sabemos, los accidentes de tráfico provocan la muerte de más de un millón de personas en todo el mundo al año. Víctimas, familiares, asociaciones o expertos en tráfico son un ejemplo del gran movimiento reivindicativo que quiere acabar con la violencia vial. Ellos son los que luchan contra el olvido de las instituciones y la sociedad hacia las víctimas, para que haya más y mejores ayudas, para concienciar a los conductores –presentes y futuros–, instando a los gobiernos sobre la realidad victimal, para mejorar las leyes y las carreteras, eliminando los puntos negros, ajustando las indemnizaciones a la realidad, mejorando la atención personal y educando en valores viales desde la infancia.

Hoy pues, es un día de recuerdo, en el que se reúnen miles de personas en diferentes ciudades de nuestra geografía, pero menos de las que en realidad debieran estar –bien por ocultar su dolor, bien por falta de implicación– y otras que tristemente sí aparecerán en la foto, aprovechando la cobertura que les ofrece este acontecimiento, farsantes disfrazados, aprovechados del dolor ajeno. A los primeros, felicidades y mucho ánimo para seguir adelante. Un lazo naranja simboliza la solidaridad con las víctimas de accidentes de tráfico. Hoy toca ponérselo.