La leyenda de que las brujas volaban en escoba viene precisamente del uso del estramonio y de otro tipo de plantas tóxicas como la belladona o la mandrágora, todas recopiladas en la parte superior de esta página. El profesor Antonio Escohotado recoge en su monografía Historia General de las Drogas el fragmento: «Las brujas confiesan que en ciertos días y noches untan un palo y lo montan para llegar a un lugar determinado, o bien se untan ellas

mismas bajo los brazos, y en otros lugares donde crece vello».

Los datos que manejan los historiadores revelan que las brujas untaban el jugo del estramonio, la mandrágora y la belladona en un palo o directamente en la vagina, lo que les llevaba a creer que volaban subidas a una escoba y les provocaba alucinaciones y orgasmos.

Elaboraban ungüentos porque la vía tópica era más segura que la oral, por los riesgos que entrañaba morir al ingerir una dosis más alta de la cuenta.

Estas prácticas de magia y brujería eran perseguidas por la Inquisición, que quemaba vivas a las brujas ante el temor de que fueran seres del averno.

Además de la mandrágora, la belladona y el estramonio, las brujas del medievo consumían setas de la especie amanita muscaria, según recogen los historiadores. Estos expertos cuentan que Cleopatra estuvo tentada a probar la belladona para estar más bella, porque al dilatar las pupilas parecía que los ojos eran más grandes.

Por otra parte, el beleño, una planta que se asemeja a figuras humanas, también era empleada por brujas y magos para adorar a los dioses. Hay historias que cuentan que la planta gritaba lamentándose cuando la arrancaban de la tierra, pudiendo enloquecer a las personas; y por eso amarraban a un perro a la planta para arrancarla. Según la leyenda, el beleño crecía en los lugares donde caía el semen a veces eyaculado por los ahorcados (durante las últimas convulsiones antes de la muerte o por erección).