­El Teléfono de la Esperanza en Murcia ha atendido desde que comenzó el año casi 6.000 llamadas de personas con testimonios dramáticos que atraviesan un momento difícil, algunas de las cuales se plantea incluso el suicidio como vía de escape a tanto sufrimiento. María José Sánchez es una de las psicólogas que trabaja para esta asociación junto a un equipo de 45 especialistas o ´escuchantes´.

¿Cuál es hoy día el perfil del suicida?

Según nuestra experiencia, podemos hablar de un hombre, mayor de 46 años, que no tiene una relación estable porque está soltero, separado o viudo, y que suele estar atravesando una situación complicada, como la pérdida de un ser querido, la pérdida del trabajo o la ruptura con su pareja. A nivel personal, no cuenta con una red de relaciones sociales aunque sin llegar al aislamiento, y ya antes ha coqueteado con la idea de la muerte como vía de escape al sufrimiento.

¿Cree que algunos intentos de quitarse la vida son más una llamada de atención que un deseo real de morir?

Sí. Es lo que llamamos parasuicidios. Suelen producirse en personas que han roto con su pareja o tienen algún problema sentimental y utilizan ese intento o amenaza de suicido como instrumento para vengarse de su pareja o para hacer que se sienta culpable y vuelva con ella. Nosotros tratamos mucho este tipo de casos, que hay que seguir con cuidado porque suelen ser reincidentes.

Habla de relaciones personales, pero ¿cómo está afectando la crisis en las cifras de suicidios?

Bueno, la crisis es, sin duda, un factor detonante de muchos suicidios, porque quedarse sin empleo no sólo supone una pérdida económica, que ya de por sí provoca angustia y quebraderos de cabeza, también trae consigo la sensación de falta de valía, la pérdida del rol de trabajador en una sociedad que te reclama un papel activo. El trabajo es nuestra carta de presentación en la sociedad y al perderlo, esa carta queda vacía.

¿Es posible evitar un suicidio?

Sí, en algunos casos, pero siempre que los cojamos en el momento adecuado. El suicida siempre avisa y el 90% pasa por un proceso de varias fases antes de acabar quitándose la vida. Hay una fase de consideración, es decir en la que la persona comienza a pensar en la muerte, luego llega la fase de ambivalencia, con un dilema interno entre el si y el no al suicidio, y luego, finalmente, se desemboca en la fase de decisión. Nosotros podemos ayudar a esa persona en alguna de esas fases pero, también tengo que decir que cuando un suicida quiere morir hay pocas cosas que puedan evitarlo.

¿Qué señales pueden alertarnos de que alguien evidencia tendencias suicidas?

Bueno, estas personas tienden a soltar frases como ´Así no puedo vivir´, ´Mi vida no tiene sentido´ y empiezan a interesarse por el tema de la muerte mirando, por ejemplo, las esquelas de los periódicos. En estos casos hay que estar muy atentos, con mil ojos, y animarles a hablar de lo que les preocupa. Eso es lo que hacemos en el Teléfono de la Esperanza: darles un espacio para que nos cuenten sus miedos, sus temores, que nos hablen de sus pensamientos suicidas incluso, porque no hay que tener pelos en la lengua a la hora de hablar de la muerte. Luego tenemos que ayudarle a encontrar su anclaje con la vida, es decir, a esa persona, animal o cosa que le ate a la vida.