El príncipe de Asturias no se perdió ayer ni un detalle de las maniobras que protagonizaron los componentes de la Fuerza de Guerra Naval Especial (FGNE) en la estación de La Algameca, en Cartagena.

Su alteza real visitó la sede de esta unidad de elite del Ejército español que se creó en junio de 2009. Don Felipe, que llegó a Cartagena en helicóptero pasadas las 10.30 horas, se reunió con la plana mayor de la FGNE para posteriormente supervisar las maniobras antes de visitar el Centro de Operaciones y Vigilancia de Acción Marítima.

Las operaciones tuvieron lugar en el mar, a escasos metros de la Algameca. Poco más de diez minutos tardaron los miembros de esta unidad de elite en tomar un buque supuestamente secuestrado por piratas. Un grupo de militares que se desplazaba en lancha abrió fuego contra la cubierta para despejarla. Entonces entró en acción un helicóptero del que descendieron varios militares que tomaron el puente del barco, donde podían encontrarse los piratas. Por último, los miembros de una segunda embarcación subieron a bordo y se dirigieron hacia el santuario, que

es una estancia segura en la que se había encerrado la tripulación y desde la que enviaron una señal de socorro.

Todo era una simulación, aunque hace unos meses se produjo un incidente real en las mismas condiciones en el carguero alemán Taipán, que fue abordado por piratas somalíes y rescatado por infantes de marina holandeses.

En La Algameca se simuló que los piratas huían del buque y un tirador de elite de la FGNE disparó desde un helicóptero al motor de su embarcación impidiendo su marcha. «Nunca tiramos a personas, se hace un fuego de precisión sobre el motor para eliminar la posibilidad de que se dirijan a costa», explicaba el comandante Rivera, de la Fuerza de Guerra Especial.

Mientras, el comandante jefe de la FGNE, Javier Hertfelder de Aldecoa, explicaba al príncipe Felipe de Borbón cada una de las maniobras que efectuaban los cuerpos especiales. Su alteza real no dudó en abandonar el espacio bajo carpa reservado para que siguiera la operación con el fin de observar con precisión el descenso de cuatro paracaidistas que saltaron desde cuatro mil pies de altura para caer en el mar, a escasos metros de la tribuna. Pero eso no fue todo. Una pareja de buceadores demostró su capacidad de actuar y aparecer en los lugares más insospechados con equipos de respiración de circuito cerrado y con dispositivos de remolque, al sorprender a los militares emergiendo junto al espigón sobre el que se encontraba el puesto de mando. Cuatro nadadores que saltaban de un helicóptero y que pusieron explosivos en una playa fueron los últimos en demostrar su capacidad de intervención. Tras esto, su alteza real se hizo una foto de familia con la mayoría de los 150 miembros que componen la plantilla de la FGNE. Momentos después, el príncipe se dirigió al Centro de Operaciones y Vigilancia de Acción Marítima, a cuya puesta en marcha asistió en 2007.