Tan sólo uno de los ´hombres fuertes´ de Pilar Barreiro durante la legislatura que agoniza ha conseguido mantener el tipo y permanecer en los puestos de cabeza de la lista electoral del PP, Joaquín Segado. Los otros dos, el vicealcalde Agustín Guillén y el ´fichaje estrella´ de 2007, José Vicente Albaladejo, que había ostentado con anterioridad el cargo de secretario general de la consejería de Educación y Cultura y la gerencia de la Universidad Politécnica, desaparecen del mapa político municipal ´quemados´ por razones muy distintas. Guillén estuvo muchos años al frente de una concejalía polémica por naturaleza, la de Urbanismo, sobre todo en los últimos años, y no se salvó de una imputación por una supuesta recalificación irregular de terrenos que concluyó con el archivo de la causa. Albaladejo, que figuraba en las listas de entonces de número 3 y una persona de talento y formación, con raza política, se va por ser precisamente un sustituto más que ideal para Barreiro, o al menos eso es lo que se dice en los mentideros políticos.

Y es que la alcaldesa, pese a poseer un innegable talento para gestionar su entorno, es de esa clase de políticos que no permite que el listo de la clase levante la mano más de lo habitual y pretenda destacar de alguna manera o que piense en medrar sin sus parabienes. Si no, que le pregunten a José Cabezos, que de ser una de las cabezas visibles de la ´Quinta del Biberón´, optó por el perfil bajo y por el ´amén´ perpetuo a su jefa para no perder butaca. O a Domingo Segado, a quien los sindicalistas del Ayuntamiento han llegado a echar de menos y al que se le dio la honrosa salida de la Asamblea Regional.

A Albaladejo no lo echan, se va, tal y como adelantó ayer LA OPINIÓN. Quizá porque este Gobierno municipal no es lo que él esperaba, pero aunque le pregunten, será siempre discreto. «Digamos que nos sentamos Pilar y yo y llegamos a un acuerdo». Y ya es mucho decir, porque sobre si sigue teniendo o no ambiciones políticas, siempre dirá que no. «Estoy a disposición del partido y soy una persona disciplinada». Punto. De todas formas, si aún hay sensibilidad en la clase política regional, no deberían dejarlo escapar.

También se va Javier Herrero, quien empezó con mal pie su trabajo como concejal al ´coincidir´ su nombramiento con el de su esposa al frente de la Agencia de Desarrollo Local y Empleo. Nunca ha sido una persona díscola ni incómoda, ha hecho un discreto papel en una concejalía ´cajón de sastre´ en la que cabía desde la seguridad ciudadana hasta el comercio pasando por el turismo.

No hay que olvidar a Enrique Pérez Abellán, a quien Barreiro dejó a mitad de camino por una torpeza que aún a muchos les cuesta creer que cometiera: no abstenerse en la adjudicación de obras a la empresa de su hijo. Era el hombre de Barreiro en las diputaciones, quien le aseguraba un importante número de votos, con empatía hacia la gente del campo, pero a la vez con perspectiva política, con su propio carácter y personalidad. Estas fueron algunas de las cualidades que, según algunos, le pusieron en el disparadero.