En su libro Teoría pura de la república aboga por una República Constitucional, ¿qué beneficios tendría para España?

Tendría dos beneficios, uno de orden moral y otro económico. El primero es que ayudaría a otorgar a los ciudadanos sentimiento de dignidad, hacer que sean libres, porque ahora la realidad es que no se puede elegir, sólo votar a quienes están en unas listas. Y también sería una solución a la crisis económica, porque en una república constitucional sobran las subvenciones a los partidos políticos, y dejarían de sufragarse también todos los sindicatos. La cultura de subvencionarlo todo es falsa e inútil. Nada que pertenezca a la sociedad debe depender del Estado.

¿Usamos la palabra ´democracia´ con demasiada ligereza?

Eso no es una ligereza, sino una falsedad. Los grandes pensadores griegos ya percibían que a las dictaduras les suceden oligarquías. El pueblo no sabe qué es libertad y el poder es para los partidos y los grupos financieros, no para los ciudadanos. La democracia no existe en Europa, quizá solo en Suiza; y en España, los diputados no representan a la sociedad, solo a los jefes del partido que los ha puesto en la lista.

En esa idea de que los políticos no representan a la sociedad cada vez coincide más gente.

Estas ideas las estoy repitiendo desde antes de la Transición. Pero los partidos cambiaron en un día. A los comunistas, que llevaban 30 años diciendo que había que ir a la ruptura democrática para acceder a la democracia, les bastó un día con Suárez, visitando los palacios, las alfombras y los sillones del poder, para que dijeran que era imposible, que habría peligro de otra guerra civil. Hoy todos lo ven, pero creo, y no es falsa modestia, que si yo no hubiera seguido en la soledad y en el exilio interior aprovechando la menor ocasión para repetir estas ideas, los españoles estarían más atrasados en el conocimiento político. Afortunadamente, hoy el 80% de la población sabe que esto no es una democracia. Porque una democracia no puede tener una clase política así de corrompida. Cuando se dice que el poder corrompe es mentira; lo que está en España corrompidas son las instituciones.

Parece que hoy en día cualquiera puede ser político

En una democracia también es verdad que cualquier persona decente o inteligente puede llegar a ser diputado y presidente. Lo que no puede ser es que sean elegidos tontos o ilusos, como Zapatero.

Si no estamos en una democracia, ¿nuestra Constitución tampoco es democrática?

En absoluto. Por muchas fiestas y palabras rimbombantes de los gobiernos, y por muchas enseñanzas falsas que se den en la Universidad, la Constitución no es democrática; solo lo sería si hubiera separación de poderes en origen, y no de funciones, que ya existía con Franco. Hay un cuerpo que legisla, otro que juzga y otro que ejecuta, pero están unidos porque todo el poder procede de las elecciones legislativas. Y el Poder Judicial aquí es aquel que a la hora de juzgar dice ´no citemos como testigo a Felipe González por los crímenes de los GAL porque eso podría exorcizarlo ante la sociedad´. Eso es corrupción, eso es Poder Judicial... un brazo armado de la ley para proteger a gobernantes corruptos o asesinos. Porque la gente olvida hoy lo que es inolvidable, y es que Felipe González fue el jefe de los GAL. Pero yo no puedo, igual que tampoco olvido que haya sido virrey en Galicia y aún goce de honores Fraga, un verdadero dictador.

¿Le sigue dando muchos disgustos decir lo que piensa?

Cada vez estoy más libre, pero mi principal disgusto es no tener el reconocimiento de España por mi trabajo. Todo esto lo hago porque es mi vocación, pero me humilla muchísimo que los premios Príncipes de Asturias se concedan a todos los farsantes de las ciencias políticas de Europa y el mundo. Ninguno resistiría ni un minuto en una discusión conmigo; harían el ridículo.

¿Ve posible una España republicana a medio plazo?

Al comienzo de la Transición era imposible llegar a la democracia a través de una reforma de la dictadura. Porque la energía que lleva a la ruptura política, a la revolución, es una energía social; pero la que pone en marcha las reformas es la del Estado –la energía residual de una dictadura que muere pero que incorpora sangre fresca–. Lo que hoy hay en España es una continuación del régimen franquista, no una democracia.

Siempre se ha dicho que España es juancarlista, no monárquica. ¿El momento de la sucesión sería el ideal para ese cambio?

Los momentos para los cambios políticos profundos son cuando el poder deja de estar sostenido por la sociedad. Y eso pasa hoy, aunque la gente siga votando. Por eso predico la abstención, porque es absurdo que las encuestas digan que más del 80% desprecia la clase política y luego los que se abstienen no pasen del 40%. Pido a los ciudadanos que sean coherentes y que no voten nunca a quienes desprecian. Ese momento en el que se podría producir la ruptura democrática está ya presente en España, pero la gente no lo sabe. Pero también es verdad que el momento de mayor debilidad de la monarquía será cuando no esté Juan Carlos.

Según usted no está justificada la buena imagen del rey.

Hay mucha gente que considera que Juan Carlos ha sido el salvador de España, aunque la realidad es que él fue el responsable del 23-F; estaba unido a lo militares y solo cuando fue imposible mantenerlo dio marcha atrás. El propio rey se autoinculpó cuando reconoció haberle dicho a Milans del Bosch en su última conversación telefónica que ya no podía dar marcha atrás. Aunque esa frase fue suprimida en el telegrama de Efe. Yo esto ya lo he dicho antes, y Sabino Fernández Campos me felicitó por ser el único que había dicho la verdad sobre el 23-F. Y aun así, proponen como Premio Nobel a Juan Carlos cuando fue él el que dio el golpe de Estado. Todo es mentira.