La ley que reforma la aprobada en el año 2005 y que entró en vigor el día 2 de enero, obliga a que en un máximo de tres de cada 10 habitaciones se pueda fumar, pero además éstas tienen que estar perfectamente ventiladas e identificadas. Igualmente, tienen que estar separadas del resto y ser siempre las mismas.

La normativa ya señalaba que no se podía fumar en zonas comunes como pasillos, ascensores, vestíbulos, ni en salones del propio hotel.

Jesús Pacheco, presidente de los hoteleros de Hostemur, asegura que «está claro que no podemos vigilar lo que ocurre dentro de las habitaciones y si realmente fuman en una habitación que es de no fumadores, pero luego sí que soportamos las quejas de los clientes que entran en esas habitaciones».

Además, reconoce que el mantenimiento de estas habitaciones es «más costoso» al ser más intensiva la limpieza para hacer desaparecer el olor a tabaco.

El temor a perder clientes ha hecho que decisiones no adoptadas tiempo atrás sí se tomen ahora, con la nueva ley antitabaco, y la opinión de la mayoría de los encuestados por LA OPINIÓN es que el negocio no se verá resentido.

En este sentido, la presidenta de la Federación Hostemur, Soledad Díaz, apunta que «la ocupación no tiene nada que ver con que un hotel sea para fumadores o para no fumadores y hay mucha gente que va buscando hoteles libres de humo, aunque entiendo que haya quien crea que va a perder clientes por impedir fumar en su establecimiento». «En todo caso, la decisión es a criterio de cada establecimiento, algo que no ha pasado con el resto de negocios de hostelería y restauración, para los cuales los perjuicios son mayores», añade Díaz, que es directora del hotel Bahía de Puerto de Mazarrón.