Nada de gritos, pancartas, insultos o huevos contra la casa de Valcárcel. Solo 60.000 personas, según los sindicatos, que consideran injustos los recortes del Gobierno regional y que recorrieron las calles de la capital murciana en silencio, vestidos de negro y portando una vela. La séptima manifestación contra la Ley de Medidas Extraordinarias fue la más multitudinaria de todas –cuando la cabecera llegó a la plaza de Cruz Roja, aún había gente que no había salido de la plaza de la Fuensanta– y transcurrió en un ambiente fúnebre, ya que los convocantes quisieron escenificar el entierro de los servicios públicos.

En la cabeza de la marcha se podía ver dos ataúdes simbólicos, portados a hombros por los asistentes, y la música del Réquiem de Mozart. Detrás, una gran pancarta con el lema «Los servicios públicos son de todos» sostenida por los líderes sindicales, que llegaron con la manifestación ya empezada tras la reunión que mantuvieron con Valcárcel.

Había curiosidad por ver cómo sería el comportamiento de los manifestantes al paso por el número 9 de la Gran Vía murciana, donde reside el presidente de la Comunidad. En ese momento, un dispositivo de seguridad formado por seis miembros de cada uno de los ocho sindicatos convocantes (UGT, CC OO, SATSE, Sterm La Intersindical, SAE, ANPE, CSI-F y Sidi), fácilmente identificables porque llevaban un brazalete verde, se anticipó al cordón policial que ha vigilado el domicilio de Ramón Luis Valcárcel en cada una de las manifestaciones para reforzar la seguridad. El resultado, ni una sola cáscara de huevo en la fachada del inmueble. Así, levantaban las manos y las velas en dirección a la vivienda del presidente de la Comunidad.

Durante el trayecto, representantes del Sterm La Intersindical cantaron una versión particular de Canto a Murcia-La Parranda con referencias a los recortes, así como una canción de Coty. Asimismo, algunos manifestantes se quejaron de que, durante el recorrido, les lanzaron cubos de agua desde un edificio de la Gran Vía.

Pese al intenso frío y la amenaza de lluvia, los miles de manifestantes sostuvieron sus velas hasta que, al final del recorrido, las depositaron junto a los dos ataudes que lideraban la manifestación y que habían sido colocados en el suelo tras el final de la marcha. En las cajas se leían inscripciones como «Sanidad pública de calidad» o «Estado de bienestar. RIP».

De esta manera, en un ambiente que recordaba más a la procesión de Viernes Santo por la noche que a una protesta, los sindicatos ´enterraron´ la Ley de Medidas Extraordinarias para la Sostenibilidad de las Finanzas Públicas. Y mucho más que eso. La manifestación de ayer bien pudo simbolizar el final de una etapa en la historia regional. Una era de prosperidad dinamitada en poco más de tres años por una crisis que parece no tener fin. En la Región habrá un antes y un después del 23 de diciembre de 2010, fecha de la aprobación del ´tijeretazo´.