­Tradicionalmente, los niños más débiles han sido víctimas de los abusos de sus compañeros de estudios. Ahora, estos abusos traspasan los límites de las aulas y llegan al ciberespacio. Así lo confirma la primera sentencia condenatoria que ha recaído en la Región sobre un menor por acoso escolar. El Juzgado le impuso una medida consistente en la realización de tareas socioeducativas durante tres meses, todas ellas orientadas a la prevención del acoso escolar, de acuerdo con el espíritu de la Ley del Menor. Los hechos juzgados se remontan a principios del pasado año. El acusado, que acababa de cumplir catorce años, en compañía de otros compañeros de clase, llevaba haciendo objeto de continuas burlas a otro alumnos, al que por su constitución obesa denominaban con todo tipo de insultos, como ‘Chanquete’ o ‘Machu Pichu’. Unos meses después, en abril, llegó a colgar en la red social Tuenti una foto de la víctima del acoso bajo el título ‘Machu Pichu’ e invitó a sus compañeros a hacer comentarios sobre él. Estos no se hicieron esperar.

A consecuencia de esta situación, la víctima sufrió un trastorno de adaptación depresivo junto a un alto estado de ansiedad. Todo ello llevó a su familia a cambiarlo de centro escolar. El acosador fue condenado como responsable de un delito de descubrimiento y revelación de secretos y de otro contra la integridad moral.

Con el nombre de la víctima

Antes de esta sentencia ya hubo otra en la Región relacionada con el ‘bullying’, aunque no se llegó a producir un acoso como el citado anteriormente. En este caso la condena impuesta fue por un delito contra el derecho a la propia imagen y una falta de vejaciones. Los hechos juzgados se remontan a mayo de 2007, cuando los dos acusados, que tenían entonces catorce años, decidieron mofarse de un tercero a través de Internet. Así, utilizaron una fotografía de su víctima y se hicieron pasar por él. Bajo esa falsa identidad comenzaron a insultar a los otros jóvenes que entraban en la red social. Obviamente, las represalias por parte de los jóvenes insultados en Internet las sufría la víctima, que nada sabía de la actuación que habían llevado a cabo los dos menores acusados suplantando su personalidad.