Nuevo caso judicial. El 5 de octubre de 2010, hace un mes y dos días, cambió la vida de Alberto Guerra, Higinio Pérez Mateos y Renato de Noce, los tres detenidos en el caso Umbra. Ninguno de ellos fue a prisión, pero su existencia no volverá a ser la misma. Los tres intentan retomar su rutina mientras preparan su defensa. Pero no es fácil después de aparecer ante toda España como la cara de la corrupción.

Alberto Guerra, Higinio Pérez Mateos y Renato de Noce no podrán olvidar en su vida la mañana del 5 de octubre de 2010, hace un mes y dos días. Independientemente del veredicto que la Justicia emita para ellos por su presunta participación en la supuesta trama de corrupción en el ayuntamiento de Murcia, conocida como ‘caso Umbra’, los tres han vivido una experiencia que les marcará durante el resto de su existencia. Ser arrestados por la Guardia Civil, aparecer en medios de comunicación de todo el país y, sobre todo, pasar una noche en los calabozos de un cuartel policial le cambia la vida a cualquiera, sobre todo a personas que, hasta el día en el que aparecieron custodiados por los agentes de la UCO, habían tenido escasa relevancia en la vida pública de la Región de Murcia.

Un mes después de la tormenta, la calma no ha llegado para los imputados en el caso Umbra, en el que el juzgado de instrucción número 8 de Murcia investiga presuntas irregularidades en la tramitación de los convenios urbanísticos de la zona norte del municipio. En las diligencias se investigan supuestos delitos de cohecho, negociaciones prohibidas a los funcionarios, malversación de caudales públicos y blanqueo de capitales, entre otros. En concreto, los tres detenidos están acusados de enriquecerse a costa de las arcas municipales del ayuntamiento de Murcia. Tendrán que defenderse de las acusaciones en los tribunales, pero, ¿podrán recuperar su vida normal tras el espectáculo policial y mediático del 5 de octubre de 2010?

Cada uno de los imputados ha mantenido su vida con relativa normalidad desde que se inició la ‘operación Umbra’. Quien peor lo está pasando es Alberto Guerra, ex director de la Gerencia de Urbanismo del ayuntamiento de Murcia. Fue la cara de la presunta corrupción urbanística, el hombre que salió custodiado por la Guardia Civil, aunque sin esposas, y su rostro apareció en decenas de periódicos y televisiones nacionales.

Guerra renunció a su cargo en la Gerencia de Urbanismo nada más ser puesto en libertad tras pagar una fianza de 70.000 euros. No obstante, continúa en el ayuntamiento de Murcia. Ahora es asesor jurídico de los servicios municipales de Vía Pública, Vivienda, Programas Europeos, Agencia Local de la Energía y Parques y Jardines, tal y como informó este diario. Esta redacción ha intentado en varias ocasiones sin éxito hablar con Alberto Guerra.

La imagen del abogado Higinio Pérez Mateos apareció menos que la de Alberto Guerra en los medios de comunicación, pero el letrado vivió el duro trago de verse a sí mismo ante un juez y sin llevar la toga. Salió en libertad tras pagar una fianza de 100.000 euros después de pasar una noche en los calabozos de la Guardia Civil. Fuentes de su entorno señalan que se encuentra «relativamente bien» y que ha vuelto a su trabajo «para intentar retomar la normalidad y preparar mejor su defensa». Pero su vida profesional ha sufrido las consecuencias de haber sido detenido por los agentes de la Guardia Civil. El ayuntamiento de Beniel, gobernado por el PSOE, decidió destituir a Higinio Pérez Mateos como abogado representante de este Consistorio.

El tercer detenido fue el empresario italiano Renato de Noce. Pagó la fianza más alta, 120.000 euros, y el fiscal anticorrupción fue más duro con él que con el resto. Temía que se fugara de España y sacara dinero para introducirlo en Italia. Un mes después, continúa en Murcia (tiene prohibido salir de España) y ha rescindido el contrato que tenía con la dirección del Casino de Murcia (Renato coordinó las obras de rehabilitación del histórico edificio), según señaló su abogado, José Antonio García.

De Noce mantiene su actividad normal, «con las dificultades por las que atraviesa su sector», según su letrado. «Estar inmerso en una operación de este tipo es durísimo en un empresario. Crea muchas reticencias».