Los empleados y clientes del supermercado Sangüi, situado en la calle Muñoz de la Peña, en el barrio de San Andrés de Murcia, difícilmente podrán olvidar el día de ayer. Una mujer de 35 años y de nacionalidad ecuatoriana dio a luz a un varón sobre las seis y media de la tarde entre las cajas registradoras y las taquillas de este establecimiento. Madre e hijo fueron trasladados después del parto y en buen estado de salud al hospital Virgen de la Arrixaca.

Una gran parte del éxito de esta historia se debe a la buena labor realizada por el encargado del citado supermercado, Enrique Mompeán, y por una de las trabajadoras, Victoria Cutillas, que ejercieron de comadrones improvisados. Victoria cuenta cómo sucedió todo: «La mujer iba por la calle caminado con otro hombre, que era conocido suyo, y con un hijo de unos 10 años. Según nos contó, se empezó a encontrar mal en su casa porque comenzaron las contracciones y se dirigía a un centro de salud. Sin embargo, cuando estaba a la altura de la puerta del supermercado, no aguantó más y comenzó a decir que el bebé ya venía. Así que la metimos dentro y le pusimos una silla, pero no se podía sentar. La cabeza del niño ya se veía y se quedó de pie. Así fue como la asistí. Yo me puse de rodillas y empecé a tirar del crío mientras ella empujaba», explica.

Enrique también comenta lo sucedido. «Yo le apretaba para tranquilizarla. Al final, todo ha salido bien. Ha sido fácil, porque el niño ha salido prácticamente solo. Cuando ya lo teníamos fuera, íbamos a cortarle nosotros mismos el cordón umbilical, pero una clienta llamó a Emergencias y le dijeron que mejor esperásemos a que llegasen ellos. Y así lo hicimos. Envolvimos al niño en dos chaquetas que teníamos y ya llegaron los médicos y se llevaron a los dos».

Una nueva experiencia

Todo salió bien, pero el susto que se llevaron Victoria y Enrique no se lo quita nadie. «Es la primera vez que me pasa algo así, que veo un parto en directo en estas condiciones», comentaba el encargado de Sangüi. «La verdad es que asusta bastante, pero luego reaccionas». Eso mismo afirma Victoria. «Al principio me sobresalté un poco, pero enseguida me centré y empecé a preocuparme para que el bebé no se cayera y también me fijé en que lloraba. Eso era señal de que estaba bien», dice.

Enseguida llegó una ambulancia y la historia tuvo un final feliz.