Quizá fue el buen tiempo que invitaba a pasar un soleado domingo en la playa, pero lo cierto es que ayer los cementerios de la Región registraron una menor afluencia de visitantes. Además, a lo largo de los últimos años se ha abierto paso una nueva tendencia que cobra fuerza entre las personas que se animan a acudir a los cementerios de la Región el Día de Todos los Santos: la visita exprés.

"Salvo las familias de etnia gitana y las personas mayores, la gente cada vez pasa menos tiempo con sus difuntos. Nosotros nos hemos dado cuenta de que la mayoría de personas realizan visitas exprés de diez minutos: llegan, ponen las flores y se van", explicaban Miguel Ángel y Antonio, dos jóvenes sanitarios de Cruz Roja que velaban por el bienestar de los visitantes desde la entrada del cementerio Nuestro Padre de Jesús de Murcia.

"Es cierto que este año ha venido mucha menos gente. Como hace tan buen día, la mayoría habrá preferido irse a la playa. Yo también noto que la juventud tiene nuevos hábitos. Quieren vivir y hacen bien, claro que sí. De todas formas, no creo que esto se pierda. Yo vengo aquí desde que tengo uso de razón para saludar a los que se fueron. Es un día especial, un día para el recuerdo", manifestaba Vicente Clares.

Vicente, murciano y de 82 años, adornó con margaritas amarillas el panteón familiar. "Mi abuelo era carabinero y murió a los 75 años. Mi padre falleció joven, a los 59. Era sastre, le hacía los trajes a los médicos, abogados y políticos de aquel entonces. Era un hombre cristiano, una buena persona. Yo me acuerdo de él todas las noches...", comentaba emocionado frente al panteón.

Alfonso y Diego Antonio, dos primos veinteañeros que también acudieron ayer a llevar flores a sus difuntos, llamaban la atención por su juventud en el cementerio municipal de Murcia. "Los jóvenes vienen menos, pero nosotros los gitanos fallamos poco. Hemos venido más de 50 personas, la familia al completo, vamos. Esta tradición se transmite de padres a hijos, se lleva dentro, y nosotros no vamos a perderla", indicaban.

Enrique Santiago, un patriarca gitano de 70 años, también había conseguido reunir a toda su familia. "Aquí tenemos a mi hijo, que falleció con 33 años, y a mi nieto, que murió en 2006 en un accidente de tráfico con tan solo 20. Nos gusta reunirnos y contarles cosas. Aquí pasamos cinco o seis horas hablando de la venta, la comida, los trabajos... Les contamos cómo nos va. Hay que tener bien claro que aquí es donde vamos a terminar todos", apuntaba Enrique.

Efectivamente, como reza el dicho popular, 'la muerte es lo único que hay seguro en esta vida', y el negocio de la muerte nunca cesa. Ayer se sumaron cinco nuevos difuntos al cementerio de Nuestro Padre Jesús, que ya cuenta con 161.541 inquilinos -los más veteranos llegaron en el año 1884-.

El jefe de administración del camposanto de Espinardo, Juan Antonio Ruipérez, indicaba que alquilar un nicho por cinco años cuesta tan solo 39,80 euros y explicaba que, "actualmente, el precio de los panteones está en 845 euros el metro cuadrado, por lo que una capilla funeraria de 20 metros puede costar unos 20.000 euros".

El principal problema al que se enfrentan desde la administración del cementerio murciano es la falta de actualización de las sepulturas. "Cuando fallece un propietario, los familiares no actualizan la titularidad del nicho. Si no hay titular, nosotros no podemos inhumar y, a veces, se viven momentos desagradables", afirmaba Ruipérez.

Asimismo, el jefe de administración del cementerio apuntaba que el descenso en el número de personas se debía a que las visitas este año se habían realizado de forma escalonada. "Como la festividad ha caído en fin de semana, mucha gente ha preferido venir el sábado y adelantar el trabajo", explicaba.

Para José Manuel García, uno de los empleados de la empresa que se dedica al mantenimiento de las fosas y a los enterramientos, trabajar en el cementerio es todo un lujo. "Es cierto que se viven momentos de dolor con las familias. Muchas veces tenemos que actuar casi como psicólogos y, por eso, damos cursos de sensibilización. A pesar de todo, este es el trabajo más apacible y tranquilo que he tenido".

El obispo de la diócesis de Cartagena, José Manuel Lorca Planes, que ofició ayer una misa en el cementerio murciano, recomendó a los familiares de los difuntos esperanza frente al dolor. "Recientemente he perdido a mi madre y entiendo que la muerte es una experiencia muy dolorosa. La rabia paraliza a muchas personas, pero debemos tener claro que el mejor homenaje que podemos ofrecerle a nuestros difuntos es seguir caminando".