No quiere problemas. Sólo es un empleado que se ha visto atrapado en el fuego cruzado de la operación Camelot. Una víctima colateral. Un escolta cuyo único pecado fue llevar un sobre, de parte de su jefe, a la alcaldesa de Fuente Álamo. Un sobre en el que, insiste, había 12.000 euros. "En billetes de 500. De eso estoy completamente seguro. En total, 24 billetes de 500. Parece mentira que tanto dinero ocupe tan poco espacio", ironiza.

José María Calzada rompe ahora su silencio para dejar claro que su declaración en el Juzgado Mixto número 4 de San Javier -responsable del caso- no fue una venganza contra el que fuera su jefe hasta el pasado ocho de junio, Facundo Armero. "No puedo hablar mal de Facundo ni tengo nada contra él. He tenido una buena relación, tanto personal como laboral, durante tres años".

Tanto que, incluso a día de hoy, Calzada sigue defendiendo la inocencia de su ex jefe. "Yo no sé para qué era ese dinero, pero pienso que Facundo no ha cometido ningún delito. Si hubiese pensado que era así, tendría que haberle denunciado por la propia condición de mi trabajo", subraya. Pero ya se sabe lo que pasa con la mujer del César. Tanto, que el propio Calzada le advirtió durante años del exceso de confianza que tenía con algunos políticos y cargos públicos. "Le advertí en varias ocasiones de que tenía un grado de confianza excesivo, pero era su forma de actuar", recuerda.

El pasado 30 de junio, tanto Facundo como la alcaldesa de Fuente Álamo, María Antonia Conesa, declararon en el juzgado que ese sobre contenía 900 euros. El dinero de las entradas de una corrida de toros que Facundo se había comprometido a vender entre sus conocidos. "No sé si ese dinero era de los toros, pero había dos millones de pesetas. Facundo me dio el sobre abierto y lo conté. Luego lo llevé al ayuntamiento de Fuente Álamo, donde tuve que esperar un poco, y se lo entregué a la alcaldesa en su despacho. Ella no me miró ni me dirigió la palabra. Cogió el sobre y lo metió en un cajón".

Sus problemas laborales comenzaron en el mes de febrero, cuando se cogió una baja por enfermedad. A principios del mes de abril, Facundo Armero rescindió su solicitud de servicios de seguridad -condición necesaria para que la Delegación de Gobierno le autorice para llevar escolta-. En la práctica, eso suponía que Calzada seguía contratado por Facundo, pero ya no por la empresa de seguridad que daba cobertura legal a su condición de escolta. La seguridad de Facundo ya no dependía de él.

El día 15 de ese mes, le llamó a su despacho. "Yo estaba convencido de que era para hablar sobre mi situación. Le había enviado varios burofax para conocer mis nuevas funciones, pero no me había contestado. Fue por eso por lo que fui a su despacho con una grabadora. No tenía intención de entregar esa grabación al juzgado, sólo quería cubrirme las espaldas en un hipotético juicio por despido".

La conversación, sin embargo, tomó un camino inesperado. Armero le insinuó que sabía que había sido citado para declarar en el juzgado -Calzada había recibido la citación dos días antes- y le pidió que no hablase del dinero que había en el sobre que llevó a Fuente Álamo. La situación se repitió al día siguiente.

En esta ocasión, el ex escolta tuvo claro que lo que le estaban poniendo sobre la mesa era un delito. "Me pidieron que declarase ante el juez una cosa que no era verdad. Me enseñó su declaración y la de la alcaldesa de Fuente Álamo y me dijo que sólo tenía que seguir la corriente. Ellos, como imputados, tienen derecho a mentir, pero a mí me estaban pidiendo que cometiese falso testimonio".