Llega al barrio de El Carmen. Se le nota nervioso, ajetreado y con calor. Se presenta ante los periodistas de esta casa: "Buenos días, soy Francisco Rojo". Explica al redactor que se ha quedado en la ruina, que es una víctima más de la crisis económica y de sus devastadoras consecuencias. A sus 50 años de edad y con tres hijos, este promotor murciano comenta que se lanzó a la aventura inmobiliaria cuando el mar estaba en su contra. En pleno corazón de Murcia, exactamente en el Paseo Marqués de Corvera, decidió comprar un edificio para rehabilitarlo y hacer negocio.

Al mando de su promotora Domus 3 S.L, Paco, como le gusta que lo llamen, invirtió hace un año "cerca de cinco millones de euros" para construir 17 viviendas. "Pensaba que iba a sacar tajada, pero he perdido todo mi dinero. Ahora estoy vendiendo los pisos por el valor de la hipoteca, porque no puedo mantenerlos", dice emocionado y con la voz temblorosa. Acompañado de una de sus pocas empleadas, María José Gimeno, asegura que ha tenido que despedir a muchos de sus trabajadores, "a casi todos". De esa estrategia comercial con la que pretendía sacar 180.000 euros por cada uno de los pisos, ha tenido que bajar el coste de algunos hasta los 117.000 para darles salida. Sin embargo, su teléfono no suena, ningún particular interesado lo llama, aunque la estructura del edificio y su interior esté fabricado con materiales de primera. "Los bancos han cerrado el grifo y no conceden ni un préstamo. Es muy triste, nos han ahogado y en mi caso he perdido casi 2,5 millones de euros en este proyecto", manifestó.

El 'boom' inmobiliario en la Comunidad Autónoma hizo que numerosas personas invirtieran en propiedades y que otros adquirieran una segunda residencia en la playa o en el campo. La vivienda de sus sueños se transformó, tras el desplome de la economía, en un auténtico lastre. Los datos así lo confirman.

La venta ha caído en España un 16% en el primer trimestre del año, en relación con el mismo periodo de 2008, hasta totalizar las 104.703 operaciones. Esa situación ha provocado que gente como Javier Celdrán, vecino de El Esparragal, tenga el cartel de 'Se vende' sobre su propiedad más de doce meses. "Dispongo de una planta baja de 60 metros cuadrados. Llevo un año intentando venderla y todos los que se ponen en contacto conmigo me dicen que les gusta, pero que no tienen dinero y eso que vale 75.000 euros", indicó.

Sueldos insuficientes

El acceso a una vivienda libre se ha convertido en una utopía, sobre todo para las jóvenes de la Región. Un informe elaborado por el Consejo de la Juventud de España refleja que el salario medio anual de una persona de entre 18 y 35 años ronda los 14.577 euros. Por tal motivo, a muchos les resulta prohibitivo hablar de una posible compra. Y es que éstos deberían ganar un 18,6% más al mes, unos 3.478 euros, para poder transformarse en propietarios sin endeudarse demasiado. No obstante, esta realidad está a años luz de concretarse, ya que actualmente los jóvenes tienen que destinar el 86% de su sueldo a sufragar el crédito solicitado para un inmueble.

Este panorama ha desembocado en casos 'dramáticos', como el de Juan, un inquilino de Ronda Sur. Él, en paro y haciendo frente a una hipoteca, se ha visto obligado a tener que desprenderse de su casa. Por problemas de bolsillo es capaz de rebajar hasta 50.000 euros el valor de su "niño mimado", una apartamento emplazado en en el paseo Florencia. Ana Gómez, sin tantos agobios financieros, ha publicado un sin fin de anuncios en webs de Internet como www.loquo.com, pero la suerte no le sonríe. "Nadie está interesado. En seis meses no me ha llamado ni una sola persona y eso que pido 120.000 euros en Alcantarilla", resaltó. Y es que, según Sofía Lucas, gerente de SLR Servicios Inmobiliarios, "no se da salida a los productos ni bajando los mismos un 20%". Las personas que venden, como indicó Lucas, son aquellas que se metieron en dos propiedades, una en la playa y otra en la ciudad, y ahora ven con agobios como tienen que hacer frente a los créditos que pidieron. "También, hay muchos otros que alquilan su vivienda y la sufragan así. Lo curioso es que esta gente regresa a casa de sus padres para ahorrar más y así tener más solvencia económica".

Finalmente, el propietario de Marítima Inmobiliaria, Juan Pérez, subrayó a este diario que "no se vende ni la puerta", porque no hay financiación. "Me he pasado varios trimestres a cero, sin hacer ninguna operación", concluyó.